Con él recorro el mundo paso a paso, y siempre en los parajes campesinos, me gusta, cuando el sol baja a su ocaso, cantarlo en la quietud de los caminos.
Si el triunfo corona nuestros esfuerzos, volveré á la quietud del hogar doméstico, prefieriendo en todo caso la vida frugal y pacífica del obscuro labrador á las ostentaciones del poder.
La luna inundábalo todo con su luz serena y pálida; apenas algún que otro lucero brillaba en el tranquilo horizonte en que resbalaban lentamente algunas nubes; dormía todo inmóvil y silencioso en el monte; el lagar de los «Mimbrales» fulgía como de marfil y como engarzado entre las flotantes ramas de dos copudísimos algarrobos; los olivos y los almendros manchaban las empinadas laderas con sus tonos oscuros, y con sus claros verdores las apiñadas chumberas, que circuían el bien encalado edificio; la solemne quietud no era turbada más que de tarde en tarde por el ladrido de los perros, leales y avisados guardadores de los cercanos caseríos.
Al acercarse las Navidades eran cortados árboles jóvenes, árboles que ni siquiera alcanzaban la talla ni la edad de nuestro abeto, el cual no tenía un momento de
quietud ni reposo; le consumía el afán de salir de allí.
Hans Christian Andersen
¡A cuántos, permitiéndoles el Señor de todo la riqueza que le piden, les quitó el sueño y la quietud que tenían, y les dio invidiosos y ladrones!
¿Ha transformado sus ropajes de siempre en vestuarios mudos? ¿Ha conmutado su inacabable agitación en
quietud sin final? ¿Qué sucede?
Antonio Domínguez Hidalgo
El magistrado que hace triunfar la ley, sea haciendo frente y destruyendo a los malvados o a los perturbadores de la quietud y el orden, a los complotados contra la libertad y seguridad del pueblo, paga a la patria el tributo del valor y de la magnanimidad, como el soldado que avanza bajo el fuego del enemigo.
Vengan con nosotros y esparcien sus miradas por la radiante perspectiva que embellecen los viñedos en los declives de la montaña, el verdinegro olivar entre cuyas ramas deja oír la tórtola solitaria su ronco arrullo; el áureo rastrojo, en que el ganado sestea; los blancos caseríos y las eras limpísimas, donde llegado que sea el crepúsculo vespertino, rendirán las resecas mieses su grano de oro a los rudos requerimientos de la cobra regida por el trillador, que turbará la solemne quietud del atardecer con sus canciones.
Levantóse muy paso con su garrote en la mano, y al tiento y sonido de la culebra se llegó a mi con mucha quietud, por no ser sentido de la culebra; y como cerca se vio, pensó que allí en las pajas do yo estaba echado, al calor mío se había venido.
Si la Patria tiene un buen gobierno, los ciudadanos son bien gobernados, se les administra bien la justicia, sus hijos son bien educados, hay industria y ocupación para todos, y cada uno vive en seguridad y quietud.
Y el caracol, pacífico Burgués de la vereda, Ignorado y humilde, El paisaje contempla. La divina quietud De la Naturaleza Le dio valor y fe, Y olvidando las penas De su hogar, deseó Ver el fin de la senda.
A los que no respetan las costumbres y la censura pública, turbando la sociedad con sus escándalos y falta de recato y pudor. En fin, a los que perturban la quietud y la armonía del Estado.