Alonso Mesa, natural de las islas Canarias, era soldado de infantería en la traición de Cajamarca y fué el que, en unión de Miguel de Astete, tomó prisionero á Atahualpa; y le hubiera dado muerte á no imi edirlo Pizarro.
En particular, ningún prisionero de guerra podrá ser sometido a mutilaciones físicas o a experimentos médicos o científicos, sea cual fuere su índole, que no se justifiquen por el tratamiento médico del prisionero concernido, y que no sean por su bien.
Nuestra pérdida de solo tres muertos ningún prisionero y ocho heridos, los mas levemente; parecerá increíble á cualquiera que hubiese presenciado la viveza del fuego que fué por algún tiempo á tiro de pistola.
Como el vencedor de la Florida y Postravalle, Warnes inició aquí en nuestra tierra su carrera militar, combatiendo en nuestra frontera a contrabandistas y “portugueses” cuando lo sorprendió la revolución de 1810 y, después de ir al Paraguay con Belgrano y volver prisionero a Montevideo es que se marchó al “Alto Perú”.
Yo, asustado, me dispuse a huir, pero cuando aterrado iba haciéndome para atrás, sentí en mi espalda las filosas ramas de otros árboles fantasmales y largas enredaderas iban aprisionando mis piernas y ascendían sobre mi cuerpo, sujetándolo. No pude dar paso alguno; estaba prisionero.
Los veteranos, y voluntarios del Rey es la única fusilería que hasta ahora ha entrado en acción, y con tanta ventaja que atravesando la quebrada de Portugalete desalojaron a los enemigos de una altura en que se hallaban, tomándoles un prisionero del cuerpo de Andaluces, el que me dice que su fuerza consiste en novecientos hombres, un obús y un cañón de ocho, pero este último calibre es falso, pues las balas que he recogido son de a cuatro.
En una salida hicieron los Enemigos prisionero a un hijo único de Blancas; los sitiadores le enviaron a decir al padre que rindiese la plaza o que su hijo sería degollado; eligió Blancas la segunda proposición, antes que faltar a la fe y juramento; religión y valor digno de inmortal memoria.
Una de las tres ventanas estaba medio abierta; y sentado allí detrás, con una expresión de infinita tristeza en la cara, como un prisionero que toma aire entre rejas, Utterson vio al doctor Jekyll.
En aquel feroz combate, el flamante Conde de Guaqui, sable en mano y á la cabeza de su escolta, espoleaba el caballo so- bre los fugitivos, gritando : — ¡ Que no quede vivo uno sólo de esta canalla!— Y en efecto, no se tomó un solo prisionero, y la soldadesca se entregó salvajemente al repase de heridos.
Así convenía á la causa carlista, y el abnegado don Leandro aceptó el tristísimo deber de rendir la plaza y la i enosa condición de prisionero, en la que permaneció muchos meses hasta que consiguió evadirse y emigrai- á Francia.
¿Dónde está Rumiñahui, Calcuchima altanero, Quisquis el valeroso, temibles generales Que, en torneos dichosos, mostraron el acero de sus brazos potentes, trocados en puñales? Cae el Sol prisionero...
Su suboficial cortó una vez la retirada a un príncipe, haciéndolo
prisionero, por lo que éste hubo de entrar en la ciudad en calidad de cautivo, junto con un grupo de soldados, detrás del general.
Hans Christian Andersen