Maese Jacobo HARPAGÓN Y vos, mi hijo Pisaverde, a quien tengo la benevolencia de perdonar la historia de hace un rato, no vayáis a tener la ocurrencia de ponerle mala cara.
-Dos machos que se les cortaron en la loma del Pisaverde, y dos hombres que no volverán a matutear por estos terrenos, el Gazpacho de Algatocín y el Veneno de Igualeja.
SEPTIMA Va el otro narciso, pisaverde a pie por la calle en tiempo de todos y por más cuidado que pone en las chinas o piedras que están descubiertas para asegurar los pies y andar de guija en guija, resbálase el pie y hace pedazos el pobre culo y de más a más se hace una plasta de todo que le coge de pies a cabeza.
Este balconcillo es hoy mismo en Huánuco un monumento histórico, como en París la famosa ventana a la que se asomara el sandio predecesor de Enrique IV para hacer la señal de dar principio a la matanza de hugonotes en la tremenda noche de la Saint-Barthelemy. Era el don Fermín lo que se llama un pisaverde muy pagado de su personita y que echaba bocanadas de sangre azul.
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