-exclamó Antoñico el Podadera. -¿Y qué fue lo que le contestó la Paloma? -le preguntó al señor Curro el Tabarreroso, lleno de impaciencia por oír el final del relato.
Blanca paloma perdida, próxima a tender su vuelo para buscar otro cielo más diáfano en que volar, medía el espacio inmenso que recorrer intentaba, y antes de alzarse dudaba si le podría cruzar.
Si mi esperanza en flor pudiera retratar tendría de tus ojos el color. V Paloma del Edén tus blancas alas son el suspirado bien que sueña el corazón.
Cruza, flor o paloma, por nuestra esfera como la flor y el ave, pura y ligera; y ¡ojalá ignores que encierra más el mundo que aves y flores!
-Sí que era un mozo de chipé -dijo el viejo; y tras dedicar un breve suspiro a la memoria del difunto, continuó: -Pos bien, el de la Jalapa, que era un róa de cuerpo entero y con un corazón más grande que el Martinete, vivía, cuasi como si estuviera jaciéndolo como manda Dios y la Santa Madre Iglesia, con Rosario la Paloma, una gachí de veinte abriles a la que no se la podía mirar dos minutos seguíos sin que se le descompusieran a uno toitos los resortes der corazón, por cuya gachí sentíase el señor Toño, no obstante sus cincuenta y pico y su miajita de panza, capaz de jacer más primores que una monja y más ruío que toito un campanario.
-Eso creía yo tamién, pero es que yo no pueo seguir asín; es que esa paloma se ha creío que yo estoy jechito de gutapercha, y yo ya no pueo resistirla más, y no tengo más que dos caminos: jacer lo que ha jecho, u sea, agüecar el ala, o buscarme una esaborición y arrematar en la sala de autosias u en el Peñón de la Gomera.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza A través de los ojos que ha abierto sobre el mármol. Eras una paloma con alma gigantesca Cuyo nido fue sangre del suelo castellano.
Un topo sale a la luna: -Come ranita esta tuna. Limones da la paloma cortados en esa loma. El pato con todo y pata le da de piña una lata Una lima le da el toro y una pera le da el loro.
Pero si hay algo que me asuste más que una mujer, es una señora, y, sobre todo, una señora inocente y sensible, con ojos de
paloma y labios de rosicler, con talle de serpiente del Paraíso y voz de sirena engañadora, con manecitas blancas como azucenas que oculten garras de tigre, y lágrimas de cocodrilo capaces de engañar y perder a todos los santos de la corte celestial...
Pedro Antonio de Alarcón
“Muy bien”, respondió Paloma Torcaz. He aquí que ellos no hicieron más que tirar con cerbatanas; en realidad no trabajaron el campo.
Mas él de su fiel fortuna Audaz siguiendo las huellas Se olvidó de las estrellas Al postrarse ante la luna. ¿Qué tienes paloma mia?
Y cuando no hay en Castilla, Otra como tu tan bella Que pienses me maravilla Que en mi tu amor amancilla Ni casada ni doncella. No por Dios, paloma mia!