Aquella pose de decencia del
padrastro influía en la vestimenta del chico: dentro de casa se pasaban privaciones, pero la familia, que se presentase con arreglo a la posición...
Emilia Pardo Bazán
-¿A...? -A tu padrastro -dijo-. Le he enviado una carta, la que tendrá que atender, sin lo cual tendremos que vemos las caras; se lo prevengo.
Bastante poco afligidas por una situación que nos dejaba en plena libertad, a mi hermana y a mí, para entregarnos tranquilamente a un género de vida que empezaba a gustamos, sólo pensamos en llevarnos nuestras escasas pertenencias y en despedirnos de nuestro querido padrastro que había tenido a bien dárnoslas.
La una para cierta firma comercial de la City y la otra al
padrastro de esta señorita, el señor Windibank, en la que le pediré que venga a vernos aquí mañana a las seis de la tarde.
Arthur Conan Doyle
Cuando se excedía en las cervezas y en el ron, le comenzaban a dar tremendas convulsiones que le hacían delirar y terminaba llorando como un loco, ante la angustia de su madre y de su padrastro que lo trataba mejor que a un hijo.
En el trasfondo, no se explicaba por qué no podía dominar ese estado de ánimo, pues en realidad nada le faltaba; su madre era cariñosa y atenta; su padrastro le hacía sentir una camaradería juvenil y él fallaba.
Después de algunos instantes de mudo examen se volvió a su padrastro y lo acribilló a preguntas sobre el extraño y gigantesco pez; mas.
Se decidió a estudiar Medicina en la Universidad Central del Ecuador, pero luego de la muerte de su padrastro y su madre, abandonó la carrera e hizo algunos cursos de declamación.
Santas son las leyes escritas; provechosas son estudiadas; padre de los monarcas es el consejo, y aquí fue padrastro, porque la presunción del que sabe, fácilmente compite al que enseña, y desprecia al que le obedece.
No había aún transcurrido un año cuando, el 2 de Abril de 1607, se presentaron ante el padre Antonio de Vega Loayza, jesuita y comisario del Santo Oficio en Potosí, dos mujeres llamada Leonor Enríquez, de treinta y seis años de edad, y Catalina Enríquez, de diecinueve años, suegra la primera y esposa la otra de Valverde, acusando á éste de que, en plena borrachera, había dado una pedrada, que le ocasionó la muerte, a Domingo Romo,
padrastro de la última, y asilándose en la iglesia mayor.
Ricardo Palma
Pero las muchachas, aunque feas como espan- tajos de maizal, y tontas como charada de periodista ultramon- tano, podían encontrar marido, fK)r amor á sus monedas, y reclamar la paterna herencia, idea que bastaba para que el señor padrastro frunciera el entrecejo.
Pero ni Elvira, ni su hermano Ramón, cesaban de abominar de tal boda. Ramón, por no vivir con su
padrastro, a quien detestaba sin razón suficiente, se había ido a la América del Sur.
Emilia Pardo Bazán