-¡Imposible! Es el Brillat-Savarin del mar. -¡Qué manos! -¡Qué olfato! -¡Qué tacto! -¡Qué instinto culinario! -Debía escribir un libro de cocina marítima.
Tendió los ojos en pos del olfato, y de su afán saliendo el buen capitán, exclamó: «¡Gracias a Dios, señor, que al fin de mi viaje a ver las cuentas venís!
Bien te llevan tus pasos, como dotados del buen olfato de una perra de Laconia: poco hace que esta dentro el hombre, con el rostro bañado en sudor y de sangre las manos que a espada han matado.
Hay muchas personas que viven perfectamente sin poseer este sentido. Además, el
olfato es variable en sus sensaciones, según las razas y el grado de cultura de los pueblos.
Vicente Blasco Ibáñez
Sus formas eran monstruosas, y el caballo había relinchado lastimeramente ante la presencia de un hedor que hirió también desagradablemente el olfato de Stephen.
Los perfumes cantados por Salomón y otros poetas hebraicos sólo podría sufrirlos hoy una pastora zafia. En la vida moderna, el
olfato marca con su desarrollo diversos estados de civilización y separa unas clases sociales de otras.
Vicente Blasco Ibáñez
La Humanidad refinada en sus gustos se extasía al sumir su
olfato en el nimbo invisible que envuelve sus corolas; los ojos femeniles se entornan al contemplarlas, sintiendo que un mundo nuevo de sensaciones y anhelos despierta en su interior.
Vicente Blasco Ibáñez
El misterio de estos perfumes, que nadie sabe a qué necesidad de vida responden y cada vez ensanchan el más moderno de los sentidos humanos, hace pensar en un futuro de mayor perfectibilidad para el hombre. El
olfato se desarrolla con la civilización.
Vicente Blasco Ibáñez
La castellana medieval de las leyendas romántico-caballerescas, perfumada con azafrán o con alhucema, aspiraría en vano los botes de tocador usados por la mujer moderna. El
olfato humano se aguza, adivinando en torno de él un infinito de sensaciones ocultas, de misterios que duermen en el espacio.
Vicente Blasco Ibáñez
Como presiente Maeterlinck, ¡quién sabe qué sorpresas nos aguardan cuando el
olfato llegue a perfeccionarse, ideal físico de las beldades de entonces, salían con sus escopetas damasquinadas, en busca de los faisanes, y seguidos de humildes servidores y perros inquietos.
Vicente Blasco Ibáñez
Al fin comenzó a pasar la navaja por debajo del mentón y, aunque le resultaba muy incómodo y difícil rapar sin tener sujeto el órgano del olfato, logró vencer todos los obstáculos y terminar de afeitar ingeniándoselas para atirantar la piel con su áspero dedo pulgar apoyado unas veces en la mejilla y otras veces en la mandíbula inferior del mayor.
Una poción cuya receta procedía de los indios pieles rojas, que la usan para insensibilizarse cuando les torturan, suprimió el tacto y abolió el
olfato y el gusto del millonario mozo.
Emilia Pardo Bazán