Los ojos guiñaron, el hocico se abrió con estrepitoso bostezo, a cuyos sones el busto se irguió, las piernas se estiraron y la criatura toda concluyó por quedar en pie, apoyándose en la muleta.
Le trajimos en brazos como se pudo, y gracias al algebrista de Gondás, ¿no sabe usted?, aquel hombre que cura toda rotura y dislocación sin reglas ni sabiduría, con unas tablillas, unos cordeles y siete avemarías con sus Gloria Patris, no tendrá que gastar
muleta el señor de Brus o como se llame, aunque siempre al andar se le conocerá un poquito.
Emilia Pardo Bazán
-¿No trabajas? -¿En qué?, estoy inútil -contesta el cojito balanceando su muleta-. Algún recao si los señoritos me lo encargan; alguna limosna, si hay persona caritativa que la dé, y se acabó el carbón.
Los naturales son los enanos, agigantados, contrahechos, calvos, corcovados, zambos y otros que ienen defectos corporales, a los cuales fuera inhumanidad y mal uso de razón censurar ni vituperar, pues no se lo adquirieron ni compraron excepto a los que de tal defecto hacen oficio, como en la corte se ve; pues el manco, en vez de aprenderle de a pie como es sastre, tejedor y otros compra una muleta, estudiando la lamentona y plañidera y otras acciones de pordioseros, ándanse de iglesia en iglesia, de casa en casa, ya moviendo los ánimos con la lastimona, ya con la importuna.
Se puede tener musa con la
muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística.
Federico García Lorca
Es un esqueleto. Su pierna derecha pende al largo de la muleta, inútil, insignificante; un huesecillo rodeado de piel... -Tuberculosis, vamos -exclama el más joven de los dos hombres.
El desierto se hallaba en lo más espeso de un bosque, y todas las mañanas cogía la vieja su
muleta e iba a la entrada del bosque con paso trémulo.
los Hermanos Grimm
No a las doce, como el día anterior, a las diez sonaba el timbre del domicilio del protector del cojo, y entraba por el gabinete el muchachuelo apoyándose en la muleta y con el rostro compungido.
Se volvía y revolvía, pero sin conseguir soltar la carga. La vieja se echó a reír, y se puso a saltar muy alegre con su
muleta. -No os incomodéis, mi querido señorito, le dijo, estáis en verdad encarnado como un gallo; llevad vuestro fardo con paciencia; cuando lleguemos a casa os daré una buena propina.
los Hermanos Grimm
Por una cuesta pina y pedregosa una chiquilla coja y despeinada bajaba como una grulla temblorosa. En su muleta corta iba apoyada como un náufrago a un remo redentor.
¡Vamos: un puntazo por lo que sea!… y que no haya que dar á esa espada una compañera sacada de las costillas como nuestra madre Eva.» La alusion á costillares produjo el efecto que el chusco deseaba, y aplaudieron sus partidarios y rieron los de los tendidos; lo cual oyendo Romero, dejando plantada á la fiera y á los espectadores suspensos, llegose bajo el palco del zumbador mancebo, la muleta recojida en la zurda y el estoque suspendido en el dedo corazon, y dijole con aquella sorna peculiar de la gente de plaza: «Su mercé parece por sus razones profesor del arte, y se vé à la legua lo acostumbrado que está á dar lecciones como maestro: con que no lo deje por poco y tome sin cortedad el lugar que le corresponde, que yo estoy pronto á escucharle.
-¡Y qué lindos pies que luce! -Ánimo, sor Consolación, deje ahí arrimada la
muleta y eche un paso por el Niñito Jesús. -Agarrarse todas de las manos, y a la rueda, rueda.
Emilia Pardo Bazán