Era el mismo; el capitán Heitor, con su
morrión de penacho azul, su casaquilla de alamares, botas largas de cuero de lobo, cartera negra y pistoleras de piel de gato.
Eduardo Acevedo Díaz
Las primeras de infantería, con sus altos morriones con guarniciones y penacho, casaca larga, centro blanco y azul, y su correaje blanco cruzado. La caballería centro azul y blanco, casaca corta,
morrión con guarniciones y pompón colorado.
Isidoro de María
Ocho años, si..., ¡y en ocho años, cuántos sucesos y qué rodar del mundo!, hace que duermen en el camposanto de Marineda, al arrullo del ronco Cantábrico, las dos irreconciliables estantiguas, los dos vejestorios enemigos, a quienes, por no andar zarandeando los apellidos de su esclarecida prosapia, llamaré sonora y significativamente don Juan de la Boina y don Pedro del
Morrión.
Emilia Pardo Bazán
Donde la vista en el morrión se clava, pone su lanza cada caballero; pero es Grifón más fuerte en el arribo y el pie le saca del izquierdo estribo.
Os hará sombra, no hay que tanto vuele cuando huye del alba lisonjera, y a ser yegua, según sus maravillas, fuera él morrión y rey de las morcillas.
¡Era cosa resuelta! ¡Cambiaría el
morrión por la boina, odiando como odiaba mortalmente a los facciosos! A la sazón nos hallábamos en el Principado, a tres leguas del enemigo.
Pedro Antonio de Alarcón
Su escudo consistía en una tapa de las que llevan en el centro los candiles; sus lanzas eran larguísimas agujas, broncínea labor de Ares; y formaba su morrión una cáscara de guisante sobre las sienes.
No le cubría la cabeza
morrión alguno, sino un sombrero de gran falda de color leonado con mucha diversidad de plumas terciadas a la valona, la espada ancha, los tiros ricos, las calzas a la esguízara.
Miguel de Cervantes Saavedra
El intrépido Trasimedes dio al Tidida una espada de dos filos —la de éste había quedado en la nave— y un escudo, y le puso un
morrión de piel de toro sin penacho ni cimera, que se llama catetyx y lo usan los jóvenes para proteger la cabeza.
Homero
Lo que se susurró fue si la esposa de don Juan se asomaba o no se asomaba a la galería para ver pasar la milicia capitaneada por el apuesto don Pedro del
Morrión, el más fogoso nacional de Marineda.
Emilia Pardo Bazán
En cuanto a que la señora de Boina se dejase o no se dejase impresionar por las relucientes charreteras y la magnífica pompona del señor
Morrión, es punto que no ha dilucidado la historia, tan solícita en aquilatar otros menos importantes.
Emilia Pardo Bazán
Pero, hacia las ocho y media vio aparecer a lo lejos el uniforme del arcabucero bajo la galería de los pórticos, como un soldado alemán de Rembrandt que brillara por el triple resplandor de su morrión, de su coraza y de su nariz; funesta aparición que se agrandaba y esclarecía rápidamente, y cuyo metálico paso parecía marcar cada minuto de la última hora del pañero.