Y no penséis que el mar os da frontera infranqueable para el moro fiero; pues si otras veces ya, saliendo fuera de Abila y Calpe a mar que es extranjero, rapiña han hecho por las islas vuestras, ¿qué harán ya dueños de las tierras nuestras?
Primero, una escalera honda, muy honda; después, estrechos pasadizos, vueltas y revueltas; por fin, una lámpara que debía estar ardiendo centenares de años, y tendido en una cama de mármol un tío muy grande, con la barba hasta el vientre, los ojos cerrados, una espada enorme sobre el pecho y en la cabeza una toalla arrollada con una media luna. -Será un mòro -interrumpió ella con suficiencia-. Sí, un
moro. ¡Qué lista era!
Vicente Blasco Ibáñez
Carvajal: -Los carabineros están desocupando Tomás Moro y entonces se va a atacar. Se está pidiendo a la Fuerza Aérea que bombardee.
Segundos más tarde, a través del Puesto 3, Leigh comunica a Pinochet que atacará de inmediato La Moneda y Tomás Moro "con cuatro aviones de combate".
Está el moro a la puerta con luciente acero que le cubre casco y busto, como al salir de su cubil serpiente, después de que mudó el cuero vetusto, con su estrenada piel su vigor siente más que nunca sintió nuevo y robusto; y con tres lenguas y mirar que abrasa todo animal se aparta, si ella pasa.
No le aprovecha religión al cura, ni la inocencia al niño le aprovecha; ni a dueña ni a doncella le asegura su gesto hermoso o su dorada mecha; la vejez se maltrata y se captura, y no sé al fin si el moro más cosecha por tal fama de bravo o de salvaje, pues no distingue edad, sexo o linaje.
Si, mientras devastó a fuego y a espada Rodomonte París con tanta guerra, hubiera hecho Agramante en ella entrada habría suya el moro hecho la tierra; mas no fue así, pues lo impidió la armada que el paladín de Escocia y de Inglaterra traía, muy nutrida de soldados, por el Silencio y San Miguel guïados.
Pero los ojos aún eran juveniles, intensos y melancólicos; unos ojos que le hacían ser llamado el
Moro por sus amigas y amigos.
Vicente Blasco Ibáñez
Momentos después, rápidos y silenciosos, se alejaban las cargadas acémilas rodeadas por los escopeteros de Gaucín y de Igualeja, con dirección a la trocha de Atanares, y cuando Cayetano les hubo visto ocultarse tras los árboles que embellecían la vertiente de la montaña, dijo: -Ahora tos mosotros a lo alto de la loma -dijo a los restantes compañeros- por si viéen esos señores, jacelles bailar un rato con la más fea, tan y mientras los otras se lleven la más bonita, y cuando yo pite, ya saben ustés, cá uno por su lao y tos a la torre del Moro pa dende allí cortar el monte por la Torrentera.
Fernando había estado pensando en matar a su novia. El
moro vio cómo el asombro se pintaba en el rostro de Fernando y le dijo: -Siéntese.
Roberto Arlt
Pinochet: -Me explico a ver si entendí bien: Carabineros va a evacuar Tomás Moro y la Fuerza Aérea lo va a bombardear. Carvajal: -Correcto.
Pinochet: -El primer objetivo es La Moneda, pues. Carvajal: -Sí, pero no es conveniente actuar en La Moneda con la Fuerza Aérea, pero sí en Tomás Moro.