Ministro de Hacienda en 1933 I Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de noctuma manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente, ronda la desierta calle.
De su follaje ondísono por cima, en la manzana de casas más cercana pero contigua no, veía yo de noche brillar en su bohardilla perenne lucecilla que mi atención llamó.
-Andando -gruñe su mujer, clavando los dientes en la quinta manzana-, que todos somos hijos de Dios, y más ven cuatro ojos que dos.
En la sala estaba encendido el árbol de Navidad; había regalos y buen humor; en las casas de labranza resonaba el violín, y rebanadas de
manzana caían a la sartén.
Hans Christian Andersen
La niña tenía ojos castaños y pelo negro; la mirada, viva e inteligente; era Molly, hija del alcalde. Los dos chiquillos jugaban con una
manzana, la sacudían y oían sonar en su interior las pepitas.
Hans Christian Andersen
Aquí la verde pera con la
manzana hermosa, de gualda y roja sangre matizada, y de color de rosa la cermeña olorosa tengo, y la endrina de color morada; aquí de la enramada parra que al olmo enlaza melosas uvas cojo; y en cantidad recojo, al tiempo que las ramas desenlaza el caluroso estío, membrillos que coronan este río.
Lope de Vega
Corro a mi casa, pongo en movimiento a mi familia, hágome la ilusión de que emprendo un viaje, y de cuartel en cuartel, de calle en calle, de
manzana en
manzana, y hasta de piso en piso, recorro alegremente y reconozco los más recónditos escondrijos y rincones de esta populosa ciudad.
Mariano José de Larra
Abrigo den los valles a la sedienta caña; la
manzana y la pera en la fresca montaña el cielo olviden de su madre España; adorne la ladera el cafetal; ampare a la tierna teobroma en la ribera la sombra maternal de su bucare; aquí el vergel, allá la huerta ría...
Andrés Bello
Entre tanto el vendedor se sonríe con cierta malicia, su mujer menudea los mordiscos a la manzana, y murmura algunas palabras hacia los otros personajes que emiten su dictamen a media voz.
Iba contando una tras otra las personas que había encontrado, los pueblos donde había estado, las recetas que había escrito, y, satisfecho de sí mismo, comía el resto del guisado, pelaba su queso, mordía una manzana, vaciaba su botella, se acostaba boca arriba y roncaba.
al doblar la calle del tren cerca de la maravillosa tienda que antes fue del cogorniense Queirolo, los bomberos empezaron a inundar el enorme incendio que ya se había propagado a toda la manzana.
Creo de mi deber hacer presente, antes de terminar, que creo navegable el río Negro solo en la estación de las crecientes hasta la unión con el Limay, y con vapores de mucha fuerza y poco calado hasta Manzana-Geyú; y que agradeciendo á la Sociedad la prueba de deferencia de que fui objeto al llegar á esta Ciudad, me encuentro dispuesto á emprender nuevamente viaje para el reconocimiento del río Chubut, después que haya concluido la relación completa de este.