Su cinturón era un cordón de grandes borlas, y sus pequeñas pantuflas de color granate tenían un manojo de cintas anchas, que se extendía hasta el empeine.
(...Era su rubia cabellera como el ala de un ave que fuese una quimera...) Se han deshojado los rosales mustios y fatigados (...Oh sus manos liliales cuyos dedos cansados deshojan los males...) Y dijeron las hadas: "Tus dorados cabellos serán aúreo manojo del celeste trigal; en tus ojos pondremos zafirinos destellos, en tus ojos azules tendrás todo el Ideal." La brisa viene leve y nemorosa rizando el agua muerta del pantano y un surtidor romántico y lejano desata una elegía dolorosa.
Y vio asimismo que a la cabeza de los soldados, y aun de los oficiales y jefes, se distinguía por su enérgica y denodada actitud y por las ardorosas frases con que los arengaba a todos, un hombre como de cuarenta años, de porte fino y elegante, y delicada y bella, aunque dura, fisonomía; delgado y fuerte como un
manojo de nervios, más bien alto que bajo, y vestido medio de paisano, medio de militar.
Pedro Antonio de Alarcón
La parte alta de la casa estaba completamente silenciosa y no se oía el menor ruido en ninguna dirección. De las cuatro puertas a la vista, sólo una estaba cerrada, y en ella probó Ammi varias llaves del manojo que había cogido.
Por lo anterior, comprendemos que este manojo de emociones será imposible tratarlo en la inmovilidad de una disciplina equivocada, inútil y por tanto destructiva; de ahí que ésta deba convertirse en la auténtica, la surgida de la potencialidad del adolescente, la brotada de su propia energía en ajuste y transformada en actividad constructora, modeladora de conducta creadora, generadora de un adulto maduro: honesto, responsable, libre.
Viene una nueva tregua como la primera, que sirvió también para las maquinaciones innobles del país vecino, como para recobrar impulso y saltar como serpiente venenosa sobre la inocente víctima. 31 de JULIO de 1941 El día se rasgaba trayendo un manojo de luz en sus auroras y un cúmulo de anhelos de paz.
Un escudero apareció en el dintel con un
manojo de llaves en la mano, restregándose los ojos y enseñando al bostezar una caja de dientes capaces de dar envidia a un cocodrilo.
Gustavo Adolfo Bécquer
Sentóse la criatura y de todo comió con mastiqueo nervioso, y no alzó a mirar a Fulgencita ni aun cuando ésta le sirvió la inusitada taza de agua de panela. Con el último trago le ofrece doña Fulgencia un
manojo de tabacos, como lo hacía con frecuencia.
Tomás Carrasquilla
Mándale el padre ponerse de rodillas y, en cuanto lo hace, córtale a tajos la cabellera de arcángel; júntala en
manojo, y cual si fuera rayo de su cólera, lo lanza hasta el corral.
Tomás Carrasquilla
Es una obsesión enfermiza casi; al dormirme la veo vestida con el corpiño de seda roja que llevaba en Ginebra, llamarme con la mano pálida; al abrir los ojos, lo primero en que pienso es en ella y al hacer un esfuerzo para recordar las impresiones del sueño, me parece que entre la oscuridad de éste ha pasado, vestida de blanco, con un vestido cuya falda cae sobre los pies desnudos, en una orla de dibujo bizantino, de oro bordado sobre la tela opaca, y llevando en los pliegues níveos del manto que la envuelve, un manojo de lirios blancos...
Era un
manojo de nervios siempre vibrantes, y tenía tales ilusiones y rarezas que sus condiscípulos lo tenían por destornillado; pero su inteligencia fue vivísima y sutil, su cuerpo frágil se estremecía con las más delicadas emociones, y sus versos son de incomparable hermosura.
José Martí
Cerró entonces los ojos, y el muchacho con la suya hambrienta recogió en la fresca boca puesta a su alcance, las primicias de esos labios más encendidos que un
manojo de claveles y más dulces que el panal de miel que elabora en las frondas la abeja silvestre.
Baldomero Lillo