Todo el tiempo en que esto pasó le entretuvo el ama en paladear al niño con miel y en mudarle las mantillas de ricas en pobres; y, ya que lo tuvo todo aderezado, quiso llevarla en casa de una partera, como don Juan se lo dejó ordenado, y, al pasar con ella por junto a la estancia donde estaba la que quería comenzar su historia, lloró la criatura de modo que lo sintió la señora; y, levantándose en pie, púsose atentamente a escuchar, y oyó más distintamente el llanto de la criatura y dijo: -Señores míos, ¿qué criatura es aquella, que parece recién nacida? Don Juan respondió: -Es un niño que esta noche nos han echado a la puerta de casa y va el ama a buscar quién le dé de
mamar.
Miguel de Cervantes Saavedra
Tomóle ella en los brazos y miróle atentamente, así el rostro como los pobres aunque limpios paños en que venía envuelto, y luego, sin poder tener las lágrimas, se echó la toca de la cabeza encima de los pechos, para poder dar con honestidad de
mamar a la criatura, y, aplicándosela a ellos, juntó su rostro con el suyo, y con la leche le sustentaba y con las lágrimas le bañaba el rostro; y desta manera estuvo sin levantar el suyo tanto espacio cuanto el niño no quiso dejar el pecho.
Miguel de Cervantes Saavedra
Este niño era uno de los dos mellizos, y puedo asegurar que nunca en toda mi intimidad con la familia vi a los dos mellizos fuera de los brazos de su madre al mismo tiempo. Uno de ellos siempre tenía que mamar.
Y en el resto de la noche, al oír los gemidos de hambre del cachorrito, y al ver cómo buscaba su seno con los ojos cerrados, sintió en su corazón herido que, ante la suprema ley del Universo, una vida equivale a otra vida... Y dio de
mamar al tigrecito.
Horacio Quiroga
Vámonos allá, que yo buscaré quien nos lleve luego, y la que viene a dar de
mamar al niño es mujer pobre y se irá con nosotras al cabo del mundo.
Miguel de Cervantes Saavedra
En aquellos días había gigantes en la tierra, y después de esto, mezclándose los hijos de Dios con las hijas de los hombres, engendraron para sí hijos, estos fueron los gigantes, hombres tan famosos y celebrados desde el principio del mundo.» Estas palabras del sagrado texto bien claro nos manifiestan que ya en aquellos tiempos había habido gigantes en la tierra cuando los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres, amándola: porque eran buenas, esto es, hermosas, pues acostumbra la Sagrada Escritura Mamar buenos también a los hermosos en el cuerpo.
Hasta el día antes de tu apuro, has cosido en casa, has tenido buena comida, que en tu estado... Después, lo mismo. Te llevaban el chico, le dabas de
mamar; nadie te ha dicho una palabra desagradable. ¿Es cierto?
Emilia Pardo Bazán
Esto para que no a sí mismo acaeciera, de su tío toda se amasó a la propia mujer, y a su tío tornó en Harpócrates. Lo que quería consiguió, pues aunque se haga mamar ahora de su propio tío, una palabra no dirá, su tío.
¿Es que algún gasto en las tablillas consta de un ahorrillo, como a mí que, siguendo a mi pretor, cuento lo dado como ahorrillo? Oh, Memio: bien a mí, boca arriba, y largo tiempo todo ese cipote lentamente me hiciste mamar.
Algo llamó la atención de la señora de Avecilla; una voz que exclamaba: -¡Aquí, aquí, a la mona que da de mamar a un gato vivo!...
-Menester es -dijo don Juan- dar de
mamar a este niño, y ha de ser desta manera: que vos, ama, le habéis de quitar estas ricas mantillas y ponerle otras más humildes, y, sin decir que yo le he traído, la habéis de llevar en casa de una partera, que las tales siempre suelen dar recado y remedio a semejantes necesidades.
Miguel de Cervantes Saavedra
Y como no le permitía el estado de su bolsillo pagar ama, las mujeres del barrio que tenían niños de pecho dieron de
mamar por turno a la criatura, que creció enclenque, resintiéndose de todas las angustias de su madre.
Emilia Pardo Bazán