Lo metieron en un viejo zueco roto, al que faltaba la parte superior. Plantaron en él una estaquilla a modo de
mástil y le ataron el escarabajo con un hilo de lana.
Hans Christian Andersen
Allí se están dos o tres días, unas junto a otras, en haces disciplinados, con su mástil único y oblicuo teñido de añil, su obra muerta de color añil, sus hombres hercúleos con anchos calzones azules, prietas camisetas de punto, boinas ajustadas, pipas en las bocas, semblantes triangulares, tallados en carne bruna por el hacha de un dios terco y simplista.
Treparon a aquel unos cuantos miembros de la comparsa-vestidos a la usanza nacional de boina y faja roja, y camisa, pantalón y alpargatas blancas-y luego de afirmar un alto mástil en medio del tablado, al son de tambores y “CHISTUS” bailaron –como danza de ritual-siguiendo el acompasado ritmo de su monótona música el milenario “CINTA-DANTZA” que el público congregado aplaudió en entusiasmo delirante.
Y mientras tenía lugar esta escena en casa de Rosario la Pipiola, Antoñico el barbero también al oír la voz de Paco y el campanilleo de la Platera: -Usté perdone -díjole al tío Capachos, al que acababa de afeitar un carrillo, y navaja en mano lanzóse a la puerta de su establecimiento, un chiribitil de dos metros en cuadro y en el que lucían varios sillones acreedores a competir con los de más remota fabricación; algunos espejos que bien merecían ser calificados de viles calumniadores por los que en ellos pretendían verse reproducidos; un perchero de nogal; dos cartelones con los nombres preclarísimos del Rerre y del Machaco, a dos tintas; una guitarra de las que casi tocan solas, con su gran moño de colores en el extremo del mástil...
Se sabrá por siempre jamás que, en la payada de los dos, el vencido fue Satanás y Vega el payador de Dios. Cantaré del primer navío que velivolante saliera desde las aguas del Río de la Plata con la bandera bicolor al
mástil gallardo.
Rubén Darío
El sol, rojo y recortado cual enorme oblea, trazaba sobre el mar un triángulo de fuego, y las aguas hervían como si reflejasen un incendio. Antonio empuñaba el timón, el compañero estaba junto al
mástil, y el chicuelo, en la popa, explorando el mar.
Vicente Blasco Ibáñez
Las aguas se enturbiaron y la barca se conmovió, como si alguien, con fuerza colosal, tiráse de ella, deteniéndola en su marcha e intentando hacerla zozobrar. La cubierta se bamboleaba como si huyese bajo los pies de los tripulantes, y el
mástil crujía a impulsos de la hinchada vela.
Vicente Blasco Ibáñez
Todo duró algunos segundos; pero un poco más, y se hubieran ido al fondo. Miró la mojada cubierta y vio al compadre, al pie del
mástil, agarrado a él, pálido, pero con inalterable tranquilidad.
Vicente Blasco Ibáñez
Pero sucedió que, estando el barquichuelo en plena navegación, alguien llamó a los niños, y ellos se echaron a correr sin preocuparse de la suerte del zueco, el cual siguió alejándose de tierra; el escarabajo estaba de verdad aterrorizado. No podía volar, pues lo habían atado al
mástil.
Hans Christian Andersen
La noche era buena; noche de verano, con estrellas a granel y un vientecillo fresco algo irregular, que tan pronto hinchaba la gran vela latina, hasta hacer gemir el mástil, como cesaba de soplar, cayendo desmayada la inmensa lona con ruidoso aleteo.
Juanillo corrió por la borda del lado contrario al viento. Era un momento de calma, y la vela rizábase con fuertes palpitaciones, próxima a caer desmayada a lo largo del mástil.
Tal vez me alcanzarán en mi camino mil orgullosos barcos más veleros, coronados sus altos masteleros de escudos que el orgullo acumuló; yo los veré pasar de entre las flores que coronen mi mástil, y su gente bogará más veloz, más insolente, no más segura ni feliz que yo.