Ella murió, y abrieron una fosa, y allí metieron el residuo humano, y una cúpula azul sobre una losa fue el mausoleo: el cielo sobre el llano.
-Este es el Recinto del Buey de la Montaña. Empuja la losa que ves al frente y se moverá.- Así lo hizo y la enorme piedra se desplazó.
Ahora tú eres el rey y este espacio te pertenece por ley para siempre: Bienvenido, oh, Gran Buey. En ese instante se cerró herméticamente la losa.
De mí sé decir que si epitafio merezco sobre mi losa, ha de ser éste, y no otro: Aquí yace un peruano escribidor Que ni fué coronel, ni fué doctor.
Arriba el Ogro y alza al fin la piedra; entra entre cabras él, y no se arredra. »También el Ogro dentro se dirige, mas antes tras de sí cierra la losa.
Cubierto así de piel y sangre roja a cuatro pies el rey por fin se viene donde encerrado está tras una losa el suave rostro de su bella esposa.
¿Por qué lucha el mortal, y ama, y espera, y ríe, y goza, y llora y desespera, si todo, al fin, bajo la losa fría por siempre ha de acabar..?
En Madrid existen otras, y en México se conserva el original, escrito, según lo afirma Losa, en letra muy pequeña muy legihh muy hermosa muy igual, bien formada y llena de la tinta que á la primeria vista parece de mxMe.
Casos muy varios hay de que hacer glosa: la muerta, la que parte sin la cola, la que presa delante por la losa en vano con el cuerpo vira y rola; o la que, al fin, por ser más venturosa, repta buscando su refugio sola.
Estaba yo una tarde imaginando qué habría debajo, y agachado sobre la
losa rascaba con un hierro el polvo petrificado de las junturas, cuando entró aquella mujerona, la siñá Pascuala, que pareció extrañarse mucho al verme en tal ocupación.
Vicente Blasco Ibáñez
Solo, yo solo en tu sepulcro helado Elevaré mi cántico enlutado En noche tenebrosa. No brillará la luna, y hará el viento Que retumbe fatídico mi acento En tu cóncava losa.
Mas, cuando después fue abierta la losa y supo el rey que libre era su amada (que todo la matrona se lo glosa) y cómo del peñón fue rescatada; gracias da al cielo, y ruega que su esposa, pues ya de su prisión hizo escapada, llegue donde con oro o armas pueda hacer que quien la tiene se la ceda.