Como comportamiento sexual, la libido ocuparía la fase apetitiva en la cual un individuo trata de acceder a una pareja potencial mediante el desarrollo de ciertas pautas etológicas.
Ocasionalmente se puede presentar temblor, mareos, sequedad de boca, astenia, sedación, reducción de la libido, sudoración, estreñimiento, síntomas gripales, tos, disnea, sofocos, palpitaciones, trastornos de la acomodación, congestión nasal, alteraciones del sueño, incontinencia urinaria.
Libido (del lat. libido: «deseo», «pulsión» y en un sentido estricto: «lascivia») es un término que se usa en medicina y psicoanálisis de manera general para denominar al deseo sexual de una persona.
La angustia que en sueños experimentamos puede ser, en efecto, de carácter psiconeurótico y proceder de excitaciones psicosexuales, correspondiendo entonces a una
libido reprimida.
Sigmund Freud
Los incrementos en los niveles de energía y los niveles de la libido (en hombres) pueden tener lugar, pero son más difíciles de identificar.
Moll, quien lo utilizó en 1898 en la obra Untersuchungen über die Libido sexualis «Investigaciones acerca de la Libido sexualis».
Su arma es la razón, desprovista de contenido preestablecido y convertida en un seguro instrumente de búsqueda, cuyo poder no consiste en poseer, sino en adquirir (libido sciendi).
Los niveles de circulación de andrógenos pueden influir en el comportamiento humano ya que ciertas neuronas son sensibles a las hormonas esteroides. Ciertos niveles de andrógenos se relacionan con la regulación de la agresividad humana y la libido.
El tamaño de las mamas puede disminuir, la mucosa vaginal puede atrofiarse, existen alteraciones de la menstruación con fases anovulatorias, la libido puede aumentar o menos frecuentemente disminuir y el apetito y la agresividad pueden estar aumentados.
Al deleite le precede el apetito que se siente en la carne, como un deseo suyo, por ejemplo, el hambre y la sed, y el que en los miembros vergonzosos más comúnmente se llama libido, siendo éste un vocablo general para designar todos los apetitos.
De la malicia del apetito, que en latín se llama «libido», cuyo nombre, aunque cuadre a muchos vicios propiamente, se atribuye a los movimientos torpes, y deshonestos del cuerpo Aunque los apetitos de muchas cosas llámanse en latín libidines, cuando se escribe sólo libido, sin decir a qué páasión se refiere, casi siempre se entiende el apetito carnal; apetito que no sólo se apodera del cuerpo en lo exterior, sino también en lo interior, y conmueve de tal modo a todo el hombre juntando y mezclando al efecto del ánimo con el deseo de la carne, que resulta el mayor de los deleites del cuerpo; de suerte que cuando se llega a su fin, se embota la agudeza y vigilia del entendimiento.
Pudor que acompaña al acto de la generación En el acto mismo de la generación -y no hablo sólo de ciertas uniones carnales que buscan la obscuridad para escapar a la justicia humana, sino también del uso de prostitutas, que la ciudad terrena, al dar su aprobación, lo ha hecho lícito-, aun en este caso permitido e impune, la libido huye la luz y las miradas.