En cuanto á tus amenazas de hacerme lapidar, escucha lo que he hecho en pro de toda la Hélade: Si las mujeres, en efecto, llevaran su audacia hasta el extremo de matar á sus maridos buscando un refugio en sus hijos y queriendo excitar la piedad de éstos con la exhibición de sus pechos, llegarían á no dar importancia al asesinato de sus maridos, siempre que para él hubiese cualquier pretexto.
Y en resumen, tal fue la simpatía y la indignación que con su desespero infundió al tribunal y al pueblo todo, que suprimiendo enojosos trámites y largas investigaciones acerca de las pruebas del crimen y los ambajes de una estudiada defensa, exclamaron unánimemente «que tra preciso lapidar públicamente a tan monstruoso criminal.» Los jueces, no obstante, por temor a su seguridad personal y para que la indignación publica no produjera una conflagración, creyeron del caso obrar con calma para evitar más tarde, en caso de error, la represión del pueblo.
El propio Alberto está representado como el personaje que en la multitud, a diferencia de los otros que se disponen a lapidar a la pecadora, extiende sus manos abiertas.
El gobierno se había referido para justificar la prohibición, entre otras cosas, a una declaración en contra realizadas por el líder de los musulmanes de Nizhniy Novgorod (la cuarta ciudad de Rusia), que afirmó que era necesario lapidar a los homosexuales hasta matarlos, como prueba de que era probable que se produjeran desórdenes públicos si se realizaban las marchas.