Simultáneamente, Arthur Adamson, un importante joyero, se ¨distrae¨ aumentando su fortuna con secuestros por los que obtiene fuertes rescates, consistentes en piedras preciosas, con la ayuda de su novia Fran.
Hermano del compositor Ernesto Halffter y tío del también compositor Cristóbal Halffter. Su padre Ernesto Halffter Hein procedía de Königsberg (Alemania) y era joyero de profesión.
En el mismo episodio, Ross también revela que una noche después de haber sido enviada a la cama sin cenar, Monica trató de comer los macarrones pegados en su joyero.
Su luminoso vestido blanco es exquisito: metros y metros de ondulante crinolina bajo un corset y un miriñaque adornados con gemas y perlas. Con ese vestido y sus largos guantes blancos, sus movimientos recuerdan a los de la muñeca de porcelana de un joyero.
Poco antes de finalizar la I Guerra Mundial, el matrimonio Jodorowsky (Levi) y Teresa Groismann (los abuelos paternos de Alejandro) huyó de los pogromos rumbo a Francia. En París fueron ayudados por un joyero llamado Moishe Rosenthal, miembro del Comité de Bienfaisance Isráelite.
El apodo de Ghirlandaio (fabricante de guirnaldas) le llegó a Domenico por parte de su padre (o tal vez de alguno de los jóvenes maestros de su taller), que fue joyero con taller en via dell'Ariento (esto es, "dell'Argento", de la plata, por el nombre de los numerosos orfebres).
Orfebrería: destacan la impresionante Custodia del Corpus obra de Antonio Pérez de Montalto (siglo XVII), el Arca de Jueves Santo de Gaspar Lleó (siglo XVIII), la Custodia de las Espigas de Ramón Bergón, del mismo siglo, relicarios, el joyero de la Virgen de la Fuensanta y una valiosa colección de cálices, portapaces, copones...
6. Domenico trabajó como aprendiz de un joyero o un orfebre, probablemente su propio padre. Vasari cuenta cómo Domenico se dedica contra su voluntad a la profesión del padre, prefiriendo más a menudo pasar el tiempo retratando a los paseantes.
Él, mozo de veinticinco, había venido a Madrid a negocios, según decía, y a los dos días de su llegada, ante un escaparate de
joyero, cruzó la primera mirada significativa con Milagros Alcocer, que, después de oída misa en San José, daba su paseíllo de las mañanas, curioseando las tiendas y oyendo a su paso simplezas, como las oye toda muchacha no mal parecida que azota las calles.
Emilia Pardo Bazán
Pero era noche cerrada, glacial, límpida; en el cielo, de un azul sombrío, centelleaba el
joyero de los astros del hemisferio Norte; los cinco ricos solitarios de Casiopea, el perfecto broche de Pegaso, que una cadena luminosa reúne a Andrómeda y Perseo; la lluvia de pedrería de las pléyades; la fina corona boreal, el carro de espléndidos diamantes; la deslumbradora Vega, el polvillo de luz del Dragón; el chorro magnífico, proyectado del blanco seno de Juno, de la Vía Láctea...
Emilia Pardo Bazán
Kassim era un hombre enfermizo,
joyero de profesión, bien que no tuviera tienda establecida. Trabajaba para las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de las piedras preciosas.
Horacio Quiroga
Por lo cual, mientras el
joyero trabajaba doblado sobre sus pinzas, ella, de codos, sostenía sobre su marido una lenta y pesada mirada, para arrancarse luego bruscamente y seguir con la vista tras los vidrios al transeunte de posición que podía haber sido su marido.
Horacio Quiroga