- ¡Esto es el colmo! ¡Adelante! J.
Jilguero Canta alegre en su rama el jilguero, de vivos colores y cuerpo ligero. L. León En la selva, el león lanza su rugido; verlo luego en la jaula entristecido.
Hans Christian Andersen
Sentado en uno de estos norays de hierro donde se amarran los vapores y que llevan impresa en relieve la marca de fábrica, yo me estaría unos cuantos siglos, como dicen que oyendo a un jilguero se estuvo cierto santo eremita.
¿Qué es más el hombre al morir, por mucho que haya trabajado en vida, que gigante que ha vivido condenado a tejer cestos de monje y fabricar nidillos de jilguero?
Era una muchacha honesta, que se había pasado los cinco años que separan los quince de los veinte cosiendo, sentada en el patio de su casa, en conversación alegre con las sirvientas y las vecinas, comentando el gorjear del
jilguero favorito y las gracias del hermanillo pequeño.
Emilia Pardo Bazán
Le mantenía con miguitas de pan, no siempre tierno, y unas hojas de escarola que pedía de vez en cuando a una verdulera parienta suya. El jilguero conocía bien a su dueño y le saludaba con su alegre canto, más melodioso desde que tenía por vecinos a dos canarios.
Hace un momento que acompañándome en mi paseo ha querido coger un jilguero que cantaba entre la maleza; pero se ha caído en una zanja oculta en el follaje.
El anís ha de blanquear en sus flores circulares; el granado se ha de enrojecer con sus adornos carmesíes; la palma ha de susurrar en la alta palmera, mecida por las brisas; el racimo ha de lucir sus uvas transparentes bajo los pámpanos; el espino ha de brotar sus guirnaldas, que envidiaría una novia; la retama ha de poner en sus flores amarillas juntamente con las pálidas florecitas de la zarzarrosa; el jilguero ha de correr por la enramada...
Como, detrás del árbol escondido, mira y advierte con atento oído el cazador de pájaros el ramo donde tiene la liga y el reclamo, para en viendo caer el inocente
jilguero, que los dulces silbos siente del amigo traidor, que le convida a dura cárcel con la voz fingida, y apenas ve las plumas revolando entre la liga, cuando arremete y le quita, no piadoso, sino fiero y cruel, así el celoso Marramaquiz.
Lope de Vega
No iba a la escuela, pero tampoco bajaba a jugar a la calle, viendo ésta desde su ventana adornada con unas cortinas de percal, dos tiestos, con claveles el uno y geranios el otro, y una jaula con un pájaro. Félix quería mucho a aquel jilguero que, sabiendo su afición a los pájaros, le había llevado un día su madre.
El jilguero arrancó el vuelo, y tomándole la delantera se posó en una rama muy alta y comenzó a gorjear lo siguiente: :Lo que canta el jilguerito, :si quieres te lo diré: :canta que el niño que es malo :dichoso no puede ser.
El vejete palabrero Que a poder de letuario, Acostándose Canario Se nos levanta
jilguero, Su Jordán es el tintero, Y con barbas colorines Trae bigotes arlequines, Como el arco celestial.
Francisco de Quevedo
Un pintado
Jilguero, Más ramillete que ave parecía; Con pico lisonjero Cantor del Alba, que despierta al día; Dulce cuanto parlero Su libertad alegre celebraba, Y la paz que gozaba, Cuando en un verde y apacible ramo, Codicioso de sombra, Que sobre varia alfombra Le prometió un reclamo, Manchadas con la liga vi sus galas; Y de enemigos brazos En largas redes, en nudosos lazos, Presa la ligereza de sus alas, Mudando el dulce, no aprendido canto, En lastimero son, en triste llanto.
Francisco de Quevedo