El diablo del enjalma maldita la cosa tenía dentro de sí, que puesto sobre el cañizo todas las cañas se señalaban y parecían a lo proprio entrecuesto de flaquísimo puerco; y sobre aquel hambriento colchón un alfamar del mesmo jaez, del cual el color yo no pude alcanzar.
A la verdad, que son cosa vieja las tales reglas en las comedias hace ya más de un siglo; reglas hasta ahora en todas partes menos en España: y a qué tiempo se le antoja a Moratín venirnos predicando las tales reglas en su Café: precisamente cuando ya van a ver su fin; y ahora que empezábamos a arreglarnos, volvamos otra vez a desandar lo andado, y a hacer comedias donde haya traidor, y si no séquito y comparsa de húsares a caballo, a lo menos, lo que viene a ser lo mismo, acompañamiento de ruleta y jugadores, comparsa de truenos, rayos, cte., y otras gracias de este
jaez; pero examinemos un poco la pieza.
Mariano José de Larra
Él dijo que así lo haría. Entró la Cariharta, que era una moza del
jaez de las otras y del mismo oficio. Venía descabellada y la cara llena de tolondrones, y, así como entró en el patio, se cayó en el suelo desmayada.
Miguel de Cervantes Saavedra
Sonábale bien aquel Eco li buoni polastri, picioni, presuto e salcicie, con otros nombres deste
jaez, de quien los soldados se acuerdan cuando de aquellas partes vienen a éstas y pasan por la estrecheza e incomodidades de las ventas y mesones de España.
Miguel de Cervantes Saavedra
Poco más o menos fue la escena de Augusto con mi hermana, porque aunque no sea legítima consecuencia, también concluía que los Padres no deben tiranizar a los hijos, que los hijos no deben obedecer a los padres: insistía en que era independiente; que en cuanto a haberle criado y educado, nada le debía, pues lo había hecho por una obligación imprescindible; y a lo del ser que le había dado, menos, pues no se lo había dado por él, sino por las razones que dice nuestro Cadalso, entre otras lindezas sutilísimas de este
jaez.
Mariano José de Larra
Esto se puso en la gaceta impresa, esto se miró como un rasgo de una virtud sublime; y porque en Indias les imitamos, porque queremos hacer presentes los engaños con que se alucinaba al Rey, porque queremos concurrir del modo posible a esa misma reforma, que se considera como el último bien, por eso Cachipuchi y otros de su jaez...
Y he tomado por arbitrio volverme al mundo y andar entre los desalmados corchetes y mohatreros, que por tener alma todos me reciben; y así todos estos y los demás oficios deste
jaez tienen el ánima de Garibay.
Francisco de Quevedo
¿Qué se me da a mí que seáis casta con vos misma, puesto que se me da mucho, si os descuidáis de que lo sea vuestra criada, y si andáis siempre rostrituerta, enojada, celosa, pensativa, manirrota, dormilona, perezosa, pendenciera, gruñidora, con otras insolencias deste
jaez, que bastan a consumir las vidas de doscientos maridos?
Miguel de Cervantes
Marchaba éste con altiva huella, rico jaez y arnés poco modesto; y a su lado traía una doncella y un escudero sólo en servil puesto.
Los criados delataban á sus amos, diciendo que eran unitarios, que todo el menage interior de sus casas era celeste, que en altas y determinadas horas de la noche se reunian diversas personas con el fin de maquinar contra el gobierno y mil otras sandeces de esa jaez, concluyendo que no querían volver á casa de sus amos.
no, no, mi querido Alcibíades; no debes pensar sino en superar a un Midias, tan entendido en la cría de codornices y a otros de este jaez, que se inmiscuyen en la gobernación de la república, descubriendo aún, como dirían ciertas mujerzuelas, la larga cabellera de esclavos que llevan en su alma, y que con su lenguaje bárbaro, lejos de gobernarla, han llegado a corromper la ciudad por medio de sus cobardes adulaciones.
Estas y otras razones desta sustancia y
jaez dijeron la Gallega y la Argüello; y, en tanto, caminaba nuestro buen Lope Asturiano la vuelta del río, por la cuesta del Carmen, puestos los pensamientos en sus almadrabas y en la súbita mutación de su estado.
Miguel de Cervantes Saavedra