Y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el
jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad." El santo de Asís no le dijo nada.
Rubén Darío
Como el perro que acosa con ágiles pies a un
jabalí o a un león, le muerde, ya los muslos, ya la nalgas, y observa si vuelve la cara; de igual modo perseguía Héctor a los aqueos de larga cabellera matando al que se rezagaba y ellos huían espantados.
Homero
Cuando iba a la floresta, junto al corzo o
jabalí herido y sangriento, hacía improvisar a sus profesores de retórica canciones alusivas; los criados llenaban las copas del vino de oro que hierve, y las mujeres batían palmas con movimientos rítmicos y gallardos.
Rubén Darío
El zagal, después de guardarse en el zurrón un medio pan blanco y un trozo de carne de
jabalí, y en el estómago un valiente trago de vino que le dio por orden de su señor uno de los palafreneros, despidióse de don Dionís y su hija, y apenas anduvo cuatro pasos, comenzó a voltear la honda para reunir a pedradas los corderos.
Gustavo Adolfo Bécquer
Siempre andaba avizorando por si en algún sitio descubría la ridícula jeta, la desportillada boca y los malignos ojos emboscados tras las cerdas grises de
jabalí del donante de la milagrosa lima.
Emilia Pardo Bazán
Está admirablemente conservada: sus grandes virolas son amarillas, labradas, y la vaina que la sostiene es de un cuero negro graneado semejante al del
jabalí.
Juan Bautista Alberdi
Y mientras, los caballeros (64) De mas brios é importancia Con mucho calor disputan De correrías pasadas. Este acogotó seis ciervos El solo en una mañana, Aquel mató un jabalí De doce arrobas y largas.
Este, semejante a un
jabalí por su braveza, se hallaba en las primeras filas, y Meriones enardecía a los soldados de las últimas falanges.
Homero
Meriones proporcionó a Odiseo arco, carcaj y espada, y le cubrió la cabeza con un casco de piel que por dentro se sujetaba con fuertes correas y por fuera presentaba los blancos dientes de un
jabalí, ingeniosamente repartidos, y tenía un mechón de lana colocado en el centro.
Homero
Así dijo, y Patroclo obedeció al compañero amado. En un tajón que acercó a la lumbre, puso los lomos de una oveja y de una pingüe cabra y la grasa espalda de un suculento
jabalí.
Homero
Como los perros y los florecientes mozos cercan y embisten a un
jabalí que sale de la espesa selva aguzando en sus corvas mandíbulas los blancos colmillos, y aunque la fiera cruja los dientes y aparezca terrible, resisten firmemente; así los teucros acometían entonces por todos lados a Odiseo, caro a Zeus.
Homero
Ni la pantera, ni el león, ni el dañino
jabalí, que tienen gran ánimo en el pecho y están orgullosos de su fuerza, se presentan tan osados como los hábiles lanceros hijos de Panto.
Homero