No era posible que con aquel traje nadie le detuviese, y, en efecto, lejos de detenerle, la gente le seguía, le arrastraba en su torrencial flujo, le llevaba en volandas, en hombros, en brazos, en alto, en improvisado palanquín, no sabía él mismo cómo, pero ciertamente bogando por cima de un océano de farolitos tembladores y oscilantes, entre cuyas olas, acribilladas de luz, se anegaba a veces, viniendo las miríadas de puntos luminosos a
inundar su cabeza, a quemar con reiterado picor de brasas su cuerpo, a deslumbrar y cegar sus pupilas resecas de calentura.
Emilia Pardo Bazán
De esto, el comerciante de grano, desde luego, sacaba rápida ventaja, porque a no ser que pusiese su grano en el mercado inglés a más bajo precio que los otros comerciantes de grano, perdería su mercado, y Rusia, Egipto, y la India estaban preparadas para inundar Inglaterra con grano si los americanos no pudiesen ofertar por debajo de ellos, y entonces ¡adiós a la ropa y las herramientas baratas!
Cuando a la caída de la tarde volvía a la tienda, apenas pude subir el repecho de la hondonada tal era el peso que llevaba conmigo. ¡Cuánto gozo iba a inundar el alma metalizada de Samuel a vista del cuantioso producto de aquella jornada, que era suya!
Haces vivir a todas las tierras lejanas, Creaste un Hapy celeste que desciende por ellas, Que provoca olas sobre las montañas, como el Gran Verde, Para
inundar sus campos y sus ciudades.
Ajenatón
Y al final me dijo que ella había mandado inundar una casa según el sistema de un arquitecto sevillano que también inundó otra para un árabe que quería desquitarse de la sequía del desierto.
Sin embargo, entre todos los atributos que embellecían a este ser encantador, su mirada impregnada de un terrible brillo, presagiaba el cumplimiento de órdenes aterradoras: -Como los hombres sólo se dedican a emborracharse y a ser esclavos de sus sentidos cual animales que han olvidado su misión creativa, vas a inundar la tierra y ahogar a todos los que se han desviado del Teotl .
El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a
inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas.
Mariano José de Larra
Los principales moros hacían ostentación de su valor y se ejercitaban en estas lides, mezclando su ferocidad natural con las ideas caballerescas, que comenzaban a
inundar la Europa.
Mariano José de Larra
Vamos a inundar con nuestra curiosidad y nuestro entusiasmo los últimos rincones de España: vamos a ver España y a sembrarla de amor y de indignación.
Inunda ahora mi pito con ese bello licor cuya tibia salida tanto poder tiene sobre mis sentidos. ¡Mea corazón, mea y trata de inundar mi semen!
y en segundo, porque Leo -tan sensible y tan erudito- siempre le gustaba inundar de símbolos su ambiente; sabía tantos códigos que iban desde Hermes Trimegisto pasando por Zoroastro, Pitágoras y Platón, hasta Marsilio Ficino o Giovanni Pico della Mirandola, sus casi contemporáneos; como siglos después lo hacía el misterioso alemán, Atanasio Kircher, y a mí me dejó como una muestra ejemplar de uno de sus refulgentes regodeos semióticos.
Y luego la inmensa sed de ternura, de borrar beso tras beso las lágrimas de la mujer adorada, cuya primera sonrisa tras la herida que le hemos causado es la más bella luz que pueda
inundar un corazón de hombre.
Horacio Quiroga