Yo lo leí atentamente y digo tiene razón lo que dice este hombre, yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, yo dejo un país cómodo para la gente, tiene razón. ¿Saben qué? Tienen razón, va a ser muy incómodo. Claro que va a ser incómodo.
Después de todo lo que hemos leído, va a ser incómodo, sobre todo, si le piensan sacar derechos que ha ganado la gente, va a ser muy incómodo.
Le dije que estaba muy bien y que esperaba que él también lo estuviera. Estaba bastante mal e incómodo, Dios lo sabe; pero no era natural en mí quejarme en aquella época de mi vida.
Con lo que menos transigía, con lo que estaba a matar, era con la confianza dichosa, extendida a las relaciones de los amos y de la servidumbre. Aquí lo grotesco y lo incómodo rayaban en tormento.
Pero, con esta superioridad de crítica propia del que en cualquier compromiso se mantiene en reserva, Rodolfo percibió en este amor otros gozos que explotar. Juzgó incómodo todo pudor.
Pero por preocupado que estuviera de mi torpeza en los ejercicios corporales y de mi ignorancia en estudios más serios, estaba infinitamente más incómodo pensando en el abismo mil veces mayor que abría entre nosotros mi experiencia de las cosas que ellos ignoraban y que, desgraciadamente, yo no desconocía ya.
El Rey se sentía evidentemente muy incómodo de tener que sentarse entre las dos grandes bestias; pero no podía sentarse en ningún otro lugar.
Caminaba por los lugares que él parecía haber visto ya, aunque a pesar de ello, se sentía extraviado, perdido en sí mismo como un vagabundeo somnífero que no encuentra el sitio de su procedencia; como un andar lo desandado; como un buscar la dirección exacta en un poblado desconocido, pero quién sabe en qué época visitado. Y algo
incómodo se acrecentaba en su pecho: angustia y felicidad, sobresalto y ensoñación, deleitoso temor.
Antonio Domínguez Hidalgo
Al fin comenzó a pasar la navaja por debajo del mentón y, aunque le resultaba muy incómodo y difícil rapar sin tener sujeto el órgano del olfato, logró vencer todos los obstáculos y terminar de afeitar ingeniándoselas para atirantar la piel con su áspero dedo pulgar apoyado unas veces en la mejilla y otras veces en la mandíbula inferior del mayor.
Entreme a comer en una fonda, y no sé por qué me encuentro llenas las mesas de un concurso que, juzgando por las facultades que parece tener para comer de fonda, tendrá probablemente en su casa una comida sabrosa, limpia, bien servida, etc., y me lo hallo comiendo voluntariamente, y con el mayor placer, apiñado en un local incómodo (hablo de cualquier fonda de Madrid)...
Camphausen sentía todo lo incómodo que era esa situación, y la debilidad de su ministerio derivaba precisamente de ese sentimiento y de las circunstancias que le habían dado vida.
Para que puedan estos cumplir con sus obligaciones con más facilidad es indispensable que tengáis presente siempre, que para pagar deudas se necesitan rentas, que para tener estas son necesarios impuestos; que no hay impuesto que no sea más o menos incómodo o desagradable; que la dificultad intrínseca que acompaña la elección de los objetos que se han de gravar (elección siempre difícil), debe servir de un motivo decisivo para juzgar con prudencia de las intenciones del gobierno que la hace, e igualmente para reposar en ella y soportar los medios que las necesidades públicas pueden exigir en cualquier tiempo, a fin de obtener rentas para obtenerlas.