Reitera su exigencia de larga data de que el Sr. Laurent Gbagbo levante sin dilación el sitio impuesto al Hotel Golf...
Y allí, en la cama, mi madre desesperada me sacudía a gritose mientras el mozo del
hotel apartaba de mi cabeza los brazos de mi amado.
Horacio Quiroga
Entre tanto, diariamente preguntaba por Talbot, en su hotel, y recibía el eterno "todavía no ha regresado" de su lacayo; sentía que volvía a invadirme la indignación.
Cerca de la madrugada, dos disparos de arma de fuego ponen en conmoción a los habitantes de un
hotel vecino a la Gare Saint-Lazare, uno de esos establecimientos equívocos que ofrecen abrigo fácil a los conocimientos amorosos iniciados en plena calle.
Vicente Blasco Ibáñez
Con la Reina de Saba no hizo sino discutir sobre temas de economía política, y su famoso palacio debió ser la insoportable síntesis de una academia y un Hotel Ritz).
Como poseedor del mismo, Claude Frollo era uno de los siete veintiún señores con pretensiones a ese feudo sobre París y sus arrabales y durante mucho tiempo ha podido verse su nombre, inscrito en calidad de tal, entre el hotel de Tancarville, perteneciente al señor François le Rez, y el Colegio de Tours, en el cartulario de Saint-Martin-des-Champs.
Yo les avisaré. En este hotel, cuya fotografía se inserta en este pliego, estoy alojado. Ocupo la habitación del quinto piso, que verá usted marcada con tinta, de ahí le escribo ahora, a las 5 de la tarde.
ORONGUINOS Ni después del 15 de Junio ni antes del 15 de Julio se en- cuentra en Lima, ni para un remedio, á un solo coronjuino Los sirvientes de hotel, los heladeros ambulantes y los peo- nes que la Municipalidad contrata para enlozar y empedrar las calles de la capital, son, con rarísimas excepciones, hijos todos de la que hoy es ciudad y que, hasta 1888, se conoció con el nombre de villa de San Pedro de Corongos, cabeza de la provincia de Pallasca.
Gradualmente la gente volvió a acostarse y Reid y yo tratamos de dormirnos sobre unos sacos de trigo apilados en la playa, pero fue inútil, y yo, finalmente, logré conseguir unas horas de descanso en el mostrador del bar del hotel, sirviéndome de almohada una frazada que me dio un marinero caritativo y buena persona.
Le escribí una carta, dispuesta a todo. Una semana después nos hallábamos en el sitio convenido, y ocupábamos una pieza del mismo
hotel.
Horacio Quiroga
Llegó el momento, y me encaminaba de mi hotel al embarcadero cuando encontré al capitán Hardy, quien me dijo que, «debido a las circunstancias» (frase tan estúpida como conveniente), el Independence no se haría a la mar hasta uno o dos días después, y que, cuando todo estuviera listo, me mandaría avisar para que me embarcara.
arta del autor a su editor, don José Zoilo Miguens Querido amigo: Al fin me he decidido a que mi pobre "Martín Fierro", que me ha ayudado al- gunos momentos a alejar al fastidio de la vida del hotel, salga a conocer el mundo, y allá va acogido al amparo de su nombre.