Con la escoba al hombro y arrastrando los cubos de agua, pasaban macilentos y humildes ante los penados, pensando en cuándo llegarían a ser «de causa» y tendrían el honor de sentarse en el banquillo de la Audiencia por «algo gordo», librándose con esto de doblar todo el día el espinazo sobre los rojos baldosines e ir pieza tras pieza lavando el
hediondo piso sin quitar la vista del cabo y del cimbreante vergajo, pronto a arrollarse al cuerpo como angulosa serpiente.
Vicente Blasco Ibáñez
-Tendrás una calva zapatera, un pescuezo fláccido, unas piernas de algodón en rama, y en las manos unas venas sobresalientes, azules, como viborillas, y unos dientes amarillos y sarrosos, que temblarán en las encías, y un estómago
hediondo, y unos pulmones que se ahogan, y unos pies que tropiezan, y un corazón que se achica, y un cerebro que olvida y pierde los nombres y las nociones de las cosas...
Emilia Pardo Bazán
aquella boca, señor..., estaba profanada por la muerte, que al besar sus labios los había deshecho! ¡Aquellas manos de nácar..., aquellas manos, ¿las recordáis?..., ¡eran un
hediondo grupo de huesos!...
Pedro Antonio de Alarcón
—Son las sales —dijo Durcet— que se exhalan del objeto de voluptuosidad las que irritan a nuestros espíritus animosos y los ponen en movimiento; ahora bien, ¿quién duda de que todo lo que es viejo, sucio y hediondo contiene una gran cantidad de estas sales y, por consiguiente, más medios para suscitar y determinar nuestra eyaculación?
Sin embargo, no cesó el llover ceniza y de color no tan blanca como la pasada, la cual daba de sí un olor hediondo de piedra azufre.
Y diciendo esto, le arroxó la cédula, y dando un grandísimo estallido, desapareció y juntamente el jardín, quedando en su lugar, un espeso y hediondo humo, que duró un grande espacio.
Echemos por la izquierda, y cátanos de patitas en la calle Alta, venerable resto de la primitiva Santander; desvencijado, vacilante y hediondo albergue de los mareantes del Cabildo de Arriba, sempiterno rival del Cabildo de Abajo, o sea, de los mareantes de la calle de la Mar.
Y por cuanto ninguna cosa le escandaliza y ofende tanto como pensar hay mujer con aliento letrinal, pone por condición que si la novia fuere de las tales, estas cap itulaciones no lleguen a sus manos, ni se trate más del efecto del matrimonio, protestando querellarse de los casamentones por haber intentado echarle vivo en el hediondo carnero.
Luego en la tierra la virtud, la gloria Busqué con ansia y delirante amor, Y
hediondo polvo y deleznable escoria Mi fatigado espíritu encontró.
José de Espronceda
Atravesando el vestíbulo oscuro y
hediondo a humedad, entraron a un escritorio de muros rameados por un descolorido papel verdoso.
Roberto Arlt
Lo quitado a nuestra voracidad era servido a la noche, bajo la forma de un guiso estrambótico. Y era Dío Fetente el genio y mago de ese antro
hediondo.
Roberto Arlt
Y si entre la espesa bruma De esta edad que bulle inquieta, De hediondo mar alba espuma, El genio de otro poeta Despliega su blanca pluma; Si algún bardo colosal Levanta entro la tormenta Su cántico celestial, De una centuria sangrienta Salmodiando el funeral; Cuando el tiempo, hombre sombrío, El orbe rompa a pedazos, Que sostenido en tus brazos Huya su cuchillo impío; Y en el día de furor, Cuando al eco atronador De la funeral trompeta Se junte el mando en un valle, Mándale al mundo qué calle, Y dile que era un .