Las gallinas, algunas conduciendo numerosa prole, dejaban las ramas o rincones en donde habían pasado la noche y rascaban alegremente la tierra escudriñando tras un
gusanillo o picoteando alguna plantita.
Antonio Domínguez Hidalgo
Y fue otro pleito épico, con recusaciones y viajes a la ciudad, cabeza del distrito, sellos desparramados y plata tirada, y como no cediera don Nicolás y amenazaba el asunto de dar mala vuelta para su cliente, lo dio de repente por terminado Gusanillo, en seguida de haber podido conseguir de él, no se sabe cómo, un centenar de pesos.
MÉDICO.- Algo muy extraño... Un
gusanillo pequeñísimo, escondido, cobijado, encerrado y domiciliado allí, que se dedicaba a roer su madriguera...
Emilia Pardo Bazán
¡Hombre vivo, el Gusanillo ese, y útil a la sociedad! Disgustado con la forma que, por él, tomaba, en el juzgado, cualquier asunto, renunció el juez de paz, y consiguió Gusanillo que se nombrara en su reemplazo a un medio pariente, o cómplice de él, y desde ya se volvió un infierno el pueblito.
-Señor, don Nicolás ha tratado a mi señora de ladrona; y vengo a saber lo que debo hacer. No vaciló Gusanillo: -Una demanda por calumnia, pidiendo daños y perjuicios.
El miedo a los tribunales, a su justicia dudosa y tardía, a los trámites que roen el tiempo y la paciencia, a los viajes que cuestan un platal y obligan a dejar abandonados los intereses, y a las maniobras de los leguleyos que se lo comen vivo a uno, con plata, hacienda, campos y todo, hacía que, a pesar de lo inconsistente que fuera la base de una cuestión, cualquier transacción parecía ventajosa, y Gusanillo algo siempre sacaba.
También tenía guerra declarada a los insectos, porque a veces encontraba en ellas algún gusanillo que las tomaba por morada; y cuando los veía en el suelo o en las hojas de las flores, los aplastaba, repitiendo lo que decía cuando mataba algún gorrión: -De nada sirven, a no ser para hacer daño.
Los pobres trabajadores que tienen que alzarse en lo mejor del sueño y pensar en matar el
gusanillo y salir cargados con la herramienta reniegan de mí.
Emilia Pardo Bazán
De buena gana habría la tal alborotado el cotarro; pero como la escarabajeaba un
gusanillo la conciencia, resolvió callar y vivir sobre aviso.
Ricardo Palma
Desengáñense «las gentes»: el gusanillo que roe la tranquilidad de la coronela no es la pasión del lujo por el lujo mismo: es única y exclusivamente el deseo vivísimo, ardiente, voraz, de casar pronto a sus hijas.
Uno de los hermanos, Juan, el más joven, quien, si, por suerte, no hubiera sido tartamudo, habría salido muy doctor, apoyaba la idea; y cuando el candidato a apoderado, procurador conocido en el pueblito con el apodo de «Gusanillo», había desarrollado sentenciosamente sus argumentos irresistibles, él, con elocuencia espontánea, decía: «¡Por, por, por...
Éste y el chacarero habían perdido muchas horas en el juzgado, habían sufrido muchos dolores de cabeza y, para lograr la paz y la tranquilidad, habían aflojado, además de los cuarenta y cinco pesos para la viuda, doscientos pesos de indemnización para Gusanillo, sin contar lo que, por su lado, habían tenido que gastar para defenderse.