Orlando cortésmente la conforta; y, luego que en el cielo matutino la Aurora su rosal guirnalda porta y su purpúreo manto, con la dama partióse Orlando adonde Amor lo llama.
Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor del día la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.
En el pecho lucía una flor de saúco de verdad, y alrededor de su rubia cabellera ensortijada, una
guirnalda de las mismas flores.
Hans Christian Andersen
Unos cuantos de sus amigos y la flautista le cogieron bajo los brazos y le llevaron hasta la puerta de nuestra sala. Alcibíades se detuvo; llevaba una guirnalda de violetas y hiedra con numerosas cintas.
Su dueña entonces, clavó dos varas, amarró el tallo, y la
guirnalda de brillante follaje y de campánulas purpúreas se fue extendiendo, pomposa y exuberante, hasta formar un dombo.
Tomás Carrasquilla
Coronando ese todo maravilloso, una guirnalda de las mismas flores que adornan la túnica, abre sus blancos pétalos entre hojas de esmeralda, dejando caer hacia atrás dos largos festones hasta lo bajo de la falda.
Y allá en la altura, Nerón, bello como un dios pagano, desnudo como un efebo, cantando versos sonoros y vibrantes, mientras mujeres de incomparable hermosura sostenían su cabeza con sus blancos senos, le escanciaban vinos selectos y humedecían su sien con la
guirnalda siempre fresca...
Miguel Cané
Doucet, el costurero, la espera para ensayarle un vestido de crespón de seda rosado, que tiene por todo adorno una guirnalda de rosas de Bengala, y que han combinado ambos para que, al lucirlo ella en el próximo baile, la concurrencia, al verla atravesar el salón moderno por entre la corrección de los fracs negros y de las blancas pecheras, tenga la ilusión de contemplar sonriente y animada por la vida, la más hermosa de las pinturas de Greuze.
A la margen amena, Una vez murmurando, otra corriendo, Estaba entreteniendo; Espejo guarnecido de esmeralda Me pareció, al miralle, Del prado, la
guirnalda, Mas abrióse en el valle Una envidiosa cueva de repente; Enmudeció el Arroyo, Creció la oscuridad del negro hoyo, Y sepultó recién nacida fuente, Cuya corriente breve restauraron Ojos, que de piadosos la lloraron.
Francisco de Quevedo
Guayaquil, ciudad hermosa, de la América guirnalda, de la tierra bella esmeralda y del mar perla preciosa, cuya costa poderosa abriga tesoro tanto, que con suavísimo encanto entre nácares divisa congelado en gracia i risa lo que el alba vierte en llanto; ciudad que es por su esplendor, entre las que dora Febo; la mejor del mundo nuevo y aún del orbe la mejor; abunda en todo primor, en toda riqueza abunda, pues es mucho más fecunda en ingenios, de manera que, siendo en todo primera, es en esto sin segunda.
Una guirnalda de aristoloquia colgaba sus anchas hojas verdes en forma de corazón de los salientes de la arquitectura como un arabesco natural, y junto a un estanque rodeado de plantas, un flamenco rosa se mantenía de pie sobre una pata, flor de plumas entre las flores naturales.
Ahuyenta, madre, ahuyenta la chusma turbulenta; y te pondré en la falda olorosa guirnalda de rosa, nardo y lirio; y haré que tu sagrario alumbre un blanco cirio por todo un octavario.