(Y ahora cómo le voy a hacer. Ya había comprado los boletos para la función del teatro
griego. Ni modo de perdérmela A las muchachas no les agradaría...
Antonio Domínguez Hidalgo
Basta una columna, un frontón, un relieve cubierto por el jaramago o la yerda silvestre, para adivinar el conjunto de un templo
griego, ya sea el Partenón con todas sus tradiciones gloriosas, ya el augusto santuario de Júpiter, de aquel dios de cuya cabeza nacio Minerva, derramando la luz de la sabiduría en los cerebros humanos.
Antonio Plaza
Tengo un mal, pero, estoy como quien dice votado, el cual no sé por qué he de denominarlo con nombre griego (asma), ya que podrí llamársele (cortedad de aliento).
Sutiles sensaciones que no conocieron los antiguos, nos hacen deleitarnos con la respiración de las flores. Los perfumes hoy en moda son tan finos y vagarosos, que un
griego o un romano no llegaría a percibirlos.
Vicente Blasco Ibáñez
No tardó en darse cuenta de que la clave no era sencilla ni mucho menos. La lengua que ocultaban aquellos signos no era inglés, latín, griego, francés, español ni alemán.
La crítice ha venido á demostrar, recientemente, que el cura de Sicuaní, don Antonio Valdés, mediano conocedor de los teatros griego y español, fué el poeta autor del Oltantay.
La tradición medieval europea nos ha hecho sentir, apoyada en los errores del grámatos griego de conducción didáctica, la obligación de monopolizar el exclusivo y solo lenguaje que se cree importante: la lengua escrita (aunque lo es, pero ni aislada ni única), en pos de definiciones académicas: “saber hablar y escribir correctamente”, se decía en la vieja Gramática.
Por esto su nombre griego, alétheia — significó originariamente lo mismo que después la palabra apocalipsis —, es decir, descubrimiento, revelación, propiamente desvelación, quitar de un velo o cubridor.
Porque si partimos de la historia griega como aquélla a través de la cual se nos conserva, o corrobora por lo menos, toda otra historia más antigua o coetánea; si perseguimos su influencia en la formación y desintegración del cuerpo político del pueblo romano, que absorbió al Estado griego, y el influjo de este pueblo sobre las bárbaros, que a su vez acabaron con el Estado romano, y así hasta nuestros días; si añadimos a esto, episódicamente, la historia política de los demás pueblos, cuyo conocimiento ha llegado poco a poco a nosotros a través de esas naciones ilustradas: se descubrirá un curso regular de mejoramiento de la constitución estatal en ésta nuestra parte del mundo (que, verosímilmente, algún día dará leyes a las otras).
Por nuestra parte, decimos que nos amplía la idea el indicar que también la palabra “génesis” que en griego significa origen, de la cual proceden “genético” y “generación”, por ejemplo, derivan de la misma etimología.
La creatividad que produjo la veneración de los grandes conscientes de sus épocas y que la bifurcó en la divinización religiosa de la mayoría de las culturas o en el humanismo ingenuo griego: Dioses y hombres; hombres y dioses.
Después se va con su amigo estudiante a París, donde un buen día encuentra a Panurgo (del griego PANERGON: el que está siempre pronto a hacer de todo, pero en este caso, preferentemente el mal), tipo de vagabundo genial y pintoresco que conoce varias lenguas, incluso el griego y el hebreo, alegre y hablador; cobarde y bravucón y que se cuenta entre las más interesantes y animadas figuras de Rabelais: “Sabía sesenta y tres maneras de hallar siempre dinero de acuerdo con su necesidad, de las que la más honrada y fácil para él, era el hurto; malo, tramposo, borracho, callejero, vagabundo de los más meritorios de París.