Por haber existido plenamente tuvo que morir. El microbio germánico, cultivado por los Renán, enfermó a Jesús. Asistimos a los funerales de la divina persona.
Y para entones confío que un nieto de un nieto mío se irá a casar con alguna moradora de la Luna, En el volador navío: de modo que, si el olvido en la tierra ha de acabar mi germánico apellido, allá en el orbe lunar se podrá ver mantenido!
á dar principio al Colegio que en aquella isla había de tener la Compañía, yendo él particularmente encargado de establecer los estudios de Latinidad y Retórica, cuya Cátedra se le confió con el título de Prefecto de ellos. Tres anos permaneció alli, y después fue llamado á Roma por el fundador para que leyese Retórica en el Colegio Germánico.
La otra mano, junto a la cadera, recogía la ropa que cubría la parte inferior del cuerpo. La actitud de la estatua recordaba a aquella del jugador de morra que se conoce, no sé bien por qué, con el nombre de Germánico.
En estos partos de un cerebro germánico y medioeval, es posible que en sus días de tristeza buscase el rey solaz y edificación, reservando su preferencia en las horas de buen humor para los aposentos del «Jardín Imperial», donde había formado una pequeña galería con las divertidas fábulas del Tiziano.
Según cantaba el labriego de Poitiers, La hauteur des maisons empêche de voir la ville, y el adagio germánico afirma que los árboles no dejan ver el bosque.
Y no los maltrataron, y vencieron sin recibir daño Cayo Mario en Italia, el divo Julio en Francia, y Druso, Nerón y Germánico en sus propias tierras; después de esto, se convirtieron en burla y escarnio las grandes amenazas de Cayo César.
El perito se enjugó la frente con un pañuelo a cuadros, como si quisiese demostrar que un refresco le vendría de perlas, y, así que hubo trasegado el licor
germánico con su corona de espuma, refirió el episodio...
Emilia Pardo Bazán
Sin embargo, siguieron manteniendo su carácter y sus tierras, ambos recibidos por herencia, con la tenacidad con que un principillo alemán defendería sus pretendidos derechos ante el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Que se compare a estos parisienses, prestos a asaltar el cielo, con los siervos del cielo del sacro Imperio romano germánico-prusiano, con sus mascaradas antediluvianas, que huelen a cuartel, a iglesia, a junkers y, sobre todo, a filisteísmo.
Pero dejando muchos ejemplos y callando en mí otros entierros, la fortuna me ha acometido dos veces con muertes de dos hermanos, y entrambas ha conocido que, aunque ha podido ofenderme, no ha podido vencerme. Perdí a mi hermano Germánico, a quien amaba como podrá entender el que supiere cómo se aman los buenos hermanos.
De manera que, en sus luchas nacionalistas, raciales y religiosas, entre ellos mismos, agregan el peligro germánico que se cierne sobre su independencia, como una espada de Damocles que los puede herir o decapitar fácilmente.