El
General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conocía por mi comportamiento de la víspera, me preguntó: --Pues qué, ¿es músico?
Pedro Antonio de Alarcón
Negábale todos los días don Jorge que tuviese hechura la concesión de la viudedad, lo cual sacaba de sus casillas a la guipuzcoana; pero a renglón seguido la invitaba a sentarse en la alcoba, y le decía que, ya que no con los títulos de
General ni de Conde, había oído citar varias veces en la guerra civil al cabecilla Barbastro como uno de los jefes carlistas más valientes y distinguidos y de sentimientos más humanos y caballerescos...
Pedro Antonio de Alarcón
Uno y otro se desarrollan con la educación y el ejemplo, que es la gimnasia que los afirma y fortifica. Esa ha sido la principal fuerza del pueblo inglés y del pueblo americano y, en general, del europeo del occidente.
Hablo de la moralidad que consiste en el cumplimiento de su deber y de sus obligaciones por los poderes públicos y los magistrados, en el leal y completo desempeño de la función que les atribuye la carta fundamental y las leyes, en el ejercicio de los cargos y empleos, teniendo en vista el bien general y no intereses y fines de otro género .
o sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía
General de Granada cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre "Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán
General.» Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr.
Pedro Antonio de Alarcón
¡Un gran músico! Tú, entretanto, yacías sin conocimiento. --¿Qué instrumento toca?, -preguntó el
General. --El... la... el... el...; ¡si!...
Pedro Antonio de Alarcón
¡justo!..., eso es..., ¡la corneta de llaves! --¿Hace falta un corneta de llaves?--preguntó el
General, volviéndose a la banda de música.
Pedro Antonio de Alarcón
¿Tiene su merced noticia de alguna zorra que sepa tantas picardías como nosotros? Repito, mi
General, que, no sólo he visto a Parrón, sino que he hablado con el.
Pedro Antonio de Alarcón
Parrón ha muerto; tú has quedado libre, y por eso sabes sus señas... - ¡Todo lo contrario, mi
General! Parrón vive, y aquí entra lo más negro de la presente historia.
Pedro Antonio de Alarcón
En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
- ¿Qué dijo? -preguntó el Capitán
general, profundamente afectado por aquel relato-. - Dijo: «Caballeros, lo que vamos a hacer no lo sabrá nunca Parrón.» - Nunca..., nunca...
Pedro Antonio de Alarcón
Y el nuevo capitán
general que vino a Montañosa -veterano que gastaba malas pulgas-, tanto persiguió a la gavilla, que los señores abades pudieron volver en paz, ya anochecido, a sus rectorales.
Emilia Pardo Bazán