El de los Bigotes posó la imponente mirada en el recién llegado; un mohín de disgusto probó a Antonio una vez más las dificultades de su empresa, y -Oye, tú, Garabato -exclamó Currito encarándose con uno de sus amigos-, si viée el Tomatera dile que me aspere, que tengo que decirle una cosa que a dambos mos interesa; que yo voy a ver pa qué me quiere a mí este caballero.
-¿Qué quiée usté que me haiga jecho? A mí na, a mí no me ha jecho na cuasi; pero, en cambio, le ha dao la pesaumbre a Toñuelo el Garabato.
-Con qué querrás tú que le arrastre. ¡Como no sea con er garabato del pozo! -Pero ¿se puée saber qué es lo que le pasa a Joseíto?
No es asombroso el hecho de visualizarlos hasta retenerlos y reconocerlos para luego ir practicando la búsqueda de la conciencia fonológica y descubrir que muchos comienzan con sonidos iguales y otros también tienen sonidos iguales al final o en medio y que esos sonidos están “guardados” en esas letras y cómo con unas cuantas, podemos formar tantas palabras que inclusive aún no se inventan; palabras largas; palabras cortas. ¿Qué nombre le pondremos a nuestro garabato?
Decididamente tengo mucho aquel y mucho
garabato para con las hembras, y a la que le guiño el ojo izquierdo, que es el del corazón, no le queda más recurso que darse por derrotada».
Ricardo Palma
quí vengo no sé a qué, por darle gusto a mi abuela, y que me digan las gentes, anda, niña, que eres fea. No digo que soy bonita, ni que tengo garabato; pero tengo un no sé qué, que engatusa a más de cuatro.
Érase una muchacha con mil sales, con una cara de a cien mil reales, como así me la quiero, más peinada y pulida que un barbero; y en esto que llamamos garabato la gente de buen trato tenía la mozuela gran donaire; pudiera ser poeta por el aire.
El escribano don José Gallegos halló legítima la excusa, y pasó la pluma de ave a Vidasola para que echase su
garabato; pero éste salió con la enflautada de que gozaba de fuero militar, por tener paga de sargento en la maestranza de artillería, que también Icaza disfrutaba de idéntico fuero, como soldado del distinguido batallón «Concordia», y que él no firmaba sin anuencia de su coronel, así lo hiciesen tajadas.
Ricardo Palma
Y don Chombo, desempedrando calles, se dirigió a la de Gremios, donde vivía el conde de San Isidro, jefe de una antigua e importante casa de comercio y a la sazón patriota tibio, aunque había estampado su
garabato en el acta de la jura de la independencia.
Ricardo Palma
Gracias infinitas doy a Dios porque no tengo litigio ante el poder judi cial, pues se me engarrotarían los dedos cada vez que tuviera que estampar mi garabato después de un A usía pido y suplico.
El bribon, que vió que esto iba de capa caída, y que iban de romanía, y que el mozuelo traía la soga arrastrando, y que la muchacha no era amiga de recancamusas, y que tenia garabato, díxola: aquí no hay sino sus, y alto á casar, que estas son habas contadas.
Su firma se estampó en toda clase de ropa. Sus fanáticos hicieron enormes filas para conseguir tal garabato y los comerciantes hicieron el gran negocio con las copias.