Verdad es que no trabaja sino ocho o nueve horas al día y que no tiene sino un centenar de alumnos. Además, en la clase, que es un galpón arruinado, no hay bancos, ni mesa, ni utensilio alguno de enseñanza.
Escolástica no ha sabido resistir a los avances de este loco de Cirilo y le prometió, imprudente, de estar bajo los sauces, a mano derecha del galpón, a las nueve y media de la noche.
Picar leña y pisar mazamorra dentro del
galpón no constituían entretenimiento verdadero; y componer o confeccionar "garras", era imposible, pues sólo un maturrango ignora que no se pueden cortar tientos ni trabajar en guascas en días de humedad.
Javier de Viana
Enfrente del
galpón estaba la casa: un rancho inclinado que parecía quererse echar a la sombra de los álamos, cuyas ramas se doblaban agobiadas por el calor, y un poco más allá, se veía el ancho y bajo corral lleno de ovejas, que, ansiosas de sombra, se apiñaban en grupos jadeantes y embrutecidas.
Domingo Arena
Una tarde de un día de esquila, varios peones dormían la siesta debajo de un
galpón, y entre ellos estaba Fermín, tendido sobre una carona, recibiendo todo el sol que le caía a plomo, haciéndolo sudar a mares como si lo derritiera.
Domingo Arena
Su traje eran harapos que recogía del basurero, o que algún peón le daba en pago de alguna tortura que le infligía; su habitación era un ángulo del
galpón, donde dormía sobre una piel de carnero, entre pilas de cueros y bolsas de lana y cerda.
Javier de Viana
Ellos lo ejecutaban por hábito. El
galpón, largo de veinticinco metros, tenía al frente una arcada mirando al campo. Puerta no tenía.
Javier de Viana
La leche espumosa y el pan casero, migón y dorado, nos acercaba a todos a la mesa como un altar. Nuestras mañanas transcurrían en el
galpón oloroso de alfalfa.
Juan José Morosoli
En el pueblo pudo también, por fin, comprar materiales e hizo edificar un rancho confortable y un gran galpón; y como ya tenía casa, pensó en casarse, y se casó con la hija del comerciante de quien era el mejor cliente.
Consultado, don Lisandro hubiese aconsejado esperar por lo menos un mes, por el peligro que siempre hay en apurar la esquila de majadas que no tienen galpón, ni siquiera reparo; pero ya había aprendido a conocer al amo y se contentó con manifestar el deseo de que viniese a presenciar, siquiera por algunos días, el trabajo.
Como no podía vivir allí, mi padrino Don Bernardo, el vasco, me llevó a su casa. En lo de mi padrino había vacas, mulas, caballos, gallinas, un horno de cocer pan y un
galpón para guardar maíz y alfalfa.
Juan José Morosoli
Pero alguien ascendía desde el camino a la casa: y al oír los pasos en el pedregullo, Morán tuvo la sensación de un nuevo choque en el sitio todavía dolorosísimo del golpe anterior. —No estoy en casa para nadie —advirtió a Aureliana, mientras proseguía hacia el galpón con su caballo de tiro.