Mi último amo, al tropezar conmigo en la entrada del mercado, dijo, comentando irónicamente mi determinación: "No enderezarás la cola de un
galgo aunque la dejes veinte años metida en un cañón de fusil".
Roberto Arlt
Golpeó el gong, y un muchachito morisco, descalzo, corrió sobre las esteras hacia la mesa, recibió el duro "assani", presto como un
galgo le trajo el vuelto, y pronto Fernando se encontró bajo las techadas callejuelas caminando al lado de su misterioso compañero, que, a pesar de gastar una magnífica chilaba, no se recataba de pasar al lado de grasientas tiendas donde hervían pescado día y noche, y puestos de té verde, donde en amontonamiento bestial se hacinaban piojosos campesinos descalzos.
Roberto Arlt
Este pan está sabrosísimo y esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide con su sabor.” “¿Una de vaca es?” “Sí, señor.” “Dígote que es el mejor bocado del mundo, que no hay faisán que ansí me sepa.” “Pues pruebe, señor, y verá qué tal está.” Póngole en las uñas la otra y tres o cuatro raciones de pan de lo más blanco y asentóseme al lado, y comienza a comer como aquel que lo había gana, royendo cada huesecillo de aquellos mejor que un galgo suyo lo hiciera.
Lo que yo digo no tiée corteza, to es migajón; mi primo hermano es lo que yo digo que es, y no tenía más remedio que serlo por aquello de que de casta le viée al galgo el ser rabilargo, poique su padre, que era hermano de mi madre, dicen que era un hombre que cuando soplaba con chingares jacía más viento que un temporal.
Y señaló hacia el fondo de la calle una casa pequeña con carcomido balcón de madera sustentado por columnas. Un galgo viejo que dormitaba en el umbral gruñó al vernos llegar y permaneció echado.
Tal era la inclemencia de la noche, que sin detenerme a meditarlo, resolví entrar, y gané a tientas la escalera, mientras el galgo preso en la cuadra se desataba en ladridos haciendo sonar los hierros de la cadena.
Pues, como iba diciendo, fuime al cerro y me llevé los galgos con el perro a ver si este gandul se enmienda algo yendo a mi lado y entre
galgo y
galgo.
José María Gabriel y Galán
Corra usted con eso, que yo salgo a todo. La Vejeta, por bonachona que fuese, empezó a entrar en desconfianza, y le contó a un galgo, amigo suyo, lo que le pasaba.
El galgo, que era listo, estuvo al punto al cabo de que la Zorra le iba a jugar una de sus pasadas a la bonachona de la Vejeta, y le dijo: -Siegue usted el trigo, métalo en la era y escóndame usted a mí en una gavilla, sin dejar más descubierto que un ojo, para que pueda ver lo que pase.
La Vejeta hizo todo como se lo había encargado el galgo, y a poco llegó la Zorra, que al ver la era y el hermoso trigo ya trillado se puso muy contenta, dando, vueltas y cantando: ::Lío, lío, ::La paja y el trigo son míos.
Ferramoto era un gato de buen entendimiento y de buen trato, cano de barba y negro de pellejo; persona que, en la verde primavera de sus años, jamás en la ribera de Manzanares se le fué conejo, porque sirvió de
galgo a cierto pobre y miserable hidalgo, que con él se alumbraba; y de suerte de noche relumbraba, que, pensando una moza que eran lumbre las niñas de los ojos, que brillantes en la ceniza estaban relumbrantes, yendo al hogar, como era su costumbre, sin pensar darle enojos, le metió la pajuela por los ojos.
Lope de Vega
Pos di tú que sa menester pa dar contigo tener más orfato que un pachón y más pinreles que un galgo -dijo el señor Francisco, sentándose frente a frente a Joselillo, desabotonándose el chaleco para dar expansión al crecidísimo abdomen y soltando sobre otra silla el amplísimo pavero.