Su flauta le roba la sonrisa de sus labios y la echa sobre mi vida.» Rabindranath, señora, es un David manso. (¡Ah! ¡Nuestro David!
-Puesto que así se ha convenido, dijo Eryximacos, y no se obligará a nadie a beber más que lo que le apetece, propongo que empecemos por despedir a la tocadora de flauta.
Sócrates: No has visto, me figuro, a nadie, sea con relación al arte de tocar la flauta o el laúd, o de acompañar con el laúd al canto, o sea con relación a la rapsodia, que esté en estado de pronunciar su juicio sobre el mérito de Olimpo de Tamiras, de Orfeo y de Femius, el rapsodista de Itaca, y que tratándose de juzgar del mérito de Ion de Efeso, se viese en el mayor embarazo, y se considerase incapaz de decidir, en qué es bueno o mal rapsodista.
Al terminar de hablar Sócrates llovieron sobre él las alabanzas, pero Aristófanes se disponía a hacer algunas observaciones porque Sócrates en su discurso había hecho una alusión a una cosa que él había dicho, cuando de repente se oyó mucho ruido en la puerta exterior y fuertes golpes redoblados en ella; al mismo tiempo se pudieron distinguir voces jóvenes que debieron haber bebido más de lo conveniente y la de una tocadora de flauta.
Sócrates: Pero yo sé, poco más o menos, las cosas que has aprendido; si olvido alguna, recuérdamela. Tú has aprendido, si no me equivoco, a leer y escribir, tocar la lira y luchar, porque la flauta la has desdeñado.
Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo :otros, el motillón, y el calabrote; :los músicos, la
flauta, o el fagote :y el artillero espeque, o sacatrapo.
Francisco Acuña de Figueroa
Pero una joven se adelantó arrojando una bolsa a un gallardo escudero. Se quedó sola, y entonces se oyó una flauta que hacía como un murmullo de fuente o como gorjeo de pájaro.
Sentaron entonces con ellos a su abuela; cuando tañeron la flauta, con el canto y con la música ejecutaron el aire llamando con el nombre de “Mono de Maestro Mago”.
Cuatro veces solamente probaremos. Solamente tres veces todavía haremos resonar la flauta, el canto. Retened vuestra risa, y que la prueba recomience”, dijeron otra vez Maestro Mago, Brujito; después, tocaron de nuevo la flauta.
“Oh, abuela nuestra, los llamaremos todavía, por cuarta vez”. Entonces tocaron de nuevo la flauta, pero no volvieron a la cuarta vez, sino que se fueron al instante a la selva.
He aquí los nombres: dosel, sitial con respaldo, flauta, cham-cham, piedras negras y amarillas, garras, zarpas de puma, cráneo de jaguar, Búho, venado, brazaletes.
Dormía el niño, recostado en la verde orilla, oyó suave sonido como el de la flauta, como la voz de los ángeles en el paraíso; cuando despierta gozoso, la onda baña su pecho, y una voz salida del fondo de las aguas, le dice: “¡Oh!