Áspero acento, horrísona armonía del grito y alarido con que brama aquella pobre gente que moría a causa de seguir tan loca flama, extrañamente concordar se oía con el rugir de la homicida llama.
En la capacidad de su personal de discernir lo bueno de lo que no lo es; de reconocer lo que a cada uno corresponde; de vencer los propios temores y de actuar siempre con justa moderación, debe encontrarse la flama que ilumine y oriente la acción institucional.
Seas entonces la flama que siempre no se extinga en cadena opresora /Patria Nueva / sea eterna la aurora, por justicia / Vencer o Morir /.
Solamente una veladora escandaliza las umbrosidades con su tenue
flama que parece bailarina esbelta y voluptuosa a punto de desfallecer y con cuyos movimientos obliga a las vírgenes para las cuales se encuentra ofrendada a que la acompañen en su danza agonizante.
Antonio Domínguez Hidalgo
Lo que se cree amor, es una llama a cuya luz en ser se diviniza, y al extinguirse su brillante
flama quedan sólo tinieblas y ceniza.
Antonio Plaza
El placer para tus ganas amorosas, el descanso voluptuoso para tus cansancios; el ardor supremo para tus frialdades; la ardiente
flama que te abrase y que me abrase...
Antonio Domínguez Hidalgo
Barbarie anímica... Desdicha eterna... Imperecedera
flama del odio... Escuchadme todos... Nadie deje de poner atención a mis palabras...
Antonio Domínguez Hidalgo
A nadie volvió a socorrer. Se transmutó por completo y quien había poseído aquella
flama de entrega ardiente... se impregnó de odio, de amargura, de dolor...
Antonio Domínguez Hidalgo
Fo de las companneras la cosa entendida, Non se podie çelar la
flama ençendida, Pesaba a las unas que era mal caida, Mas plaçielis sobeio a la otra partida.
Gonzalo de Berceo
Disso el omne bono a los de la aliama: Esti es nuestro sire, a esta nuestra dama: Siempre es bien apreso qui a ellos se clama, Qui en ellos non cree habrá fuego e
flama.
Gonzalo de Berceo
VOLANTE Con el paso pétreo de tus lejanías se doblegó mi corazón hoguera y el humus de tus campos labrantíos se fue tornando languidez de
flama que se enceniza para rehacerse urbana, vengadora Electra.
Antonio Domínguez Hidalgo
Sin embargo, más allá o más acá del mito, fueron tan humanos como lo somos nosotros y las circunstancias de su tiempo tan distintas; no tenían sueldos fijos, que sólo el tesón de su amor a la sabiduría y a la lucha por no dejar morir la flama inapagable de lo perfectible, de la virtud creadora, los hizo alcanzar el nivel heroico en la guerra florida de la humanidad.