“Venid a picar ahí, oh Espíritus del Cielo. No hagáis bajar la boca, la faz de los Dominadores, de los Poderosos del Cielo”, dijeron.
Toda ventana adornan, toda puerta de entre ricos tapetes, los mejores; mas no hay nada que más abunde en ellas que el busto y faz de las mujeres bellas.
En las noches sombrías cuando todas mis penas como negros vampiros sobre mi lecho vuelan; cuando el insomnio pinta las moradas ojeras y las rojizas manchas en mi faz macilenta, me parece que baja la araña de su celda y camina, y camina...
13º.- Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorio a la faz de todos, los sentimientos generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de este Gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor Alcalde 1º, a pedimento del pueblo, el juramento de Independencia y fidelidad al Gobierno Americano que se establezca.
Al instante, el mozo pensó que era otro de los pesados chascarrillos que sobre él hacia el tal Ramírez. Quiso saltar como un tigre en contra de su provocador y abofeterarlo, romperle la
faz y el alma, pero no pudo...
Antonio Domínguez Hidalgo
Con el rebozo se ayudaba a cargar a un chiquillo que dormitaba el sopor. La necesidad inundaba su
faz demacrada. Casi había llegado.
Antonio Domínguez Hidalgo
Deja de respirar. Su demacrada
faz queda humildemente cubierta por la opaca luminosidad. Parece contemplar el techo donde su imaginación ya nada recrea.
Antonio Domínguez Hidalgo
Pintaremos antes de la Palabra de Dios, antes del Cristianismo: lo reproduciremos porque no se tiene la visión del Libro del Consejo, la visión del alba de la llegada de ultramar, de nuestra sombra, la visión del alba de la vida, como se dice. Este libro es el primer libro, pintado antaño, pero su faz está oculta al que ve, al pensador.
Más que visible, invisible. Sin
faz, porque nadie se había detenido a contemplarlo; sin cuerpo, porque nadie había sentido sus alientos.
Antonio Domínguez Hidalgo
porque casi al mismo tiempo, estos centros de conocimiento fueron destruidos, cubiertos de tierra y abandonados por sus ocupantes y literalmente desaparecieron de la faz de la tierra.
(Quizá salga también su fotografía) La niebla matutina de los días lluviosos de invierno bañaba en desolantes caricias la
faz mortecina y agitada del centro de la urbe.
Antonio Domínguez Hidalgo
Qué tranquilidad le invadió cuando el día por fin regresó con sus ropajes de luz sin impuestos para extenderse sobre la
faz inmensa de la tierra enmugrada.
Antonio Domínguez Hidalgo