Al cabo del año estaría bien vendido el esparto, a que obligaba la contrata y Nelo podría abandonar Orán volviendo a Elche con algunos billetes de a mil.
En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de
esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.
Miguel de Cervantes Saavedra
Aunque la reina madre la hacía participar de su buenaventura regalándola y agasajándola, ella enflaquecía de envidia y se iba poniendo verdinegra y seca como un
esparto.
Juan Valera
Un cesto de esparto le colgaba del brazo, y se dirigía hacia el Forum Nundinarium; era un esclavo, un Davus cualquiera que iba al mercado; era imposible equivocarse.
— ¡Pronto, una silla! La gente, en su precipitación, arrancó al viejo Rabosa de su sillón de esparto para sentar al herido. El muchacho, con el pelo chamuscado y la cara ahumada, sonreía ocultando los agudos dolores que le hacían fruncir los labios.
Puntualizando, he aquí algunos de los productos agrícolas de Alicanto: vino, aceituna, maíz, trigo, cebada, hortalizas, frutas, melones, pasas, naranjas, almendras, dátiles, higos, algarrobas, barrilla, esparto, alfalfa, cáñano, lino, pimiento, anís y otros muchos que sería penoso enumerar.
Las primeras claridades del día iluminaban vagamente el paisaje; la venta del Caracolo presentaba pintoresco golpe de vista; el señor Juan el Pistola, de pie en el umbral, empleábase, como de costumbre, en tejer larga pleita con el esparto que sacaba del abultado haz que sujetaba bajo la axila...
Yendo que íbamos ansí por debajo de unos soportales en Escalona, adonde a la sazón estábamos en casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se hacen...
-Yo se lo contaré a usté; pero antes vamos a cá del Trompeta a que yo me refresque la boca, que la tengo más reseca que un esparto.
-Toma una liga, Colás: bien caliente te la llevas... Dijo, y le entregó un esparto que él se guardó en la chaqueta. -Ahora, por esa ventana echa los morros afuera.
La multitud los aplaudió al verlos reaparecer llevando en alto, como a un santo en sus andas, al tío Rabosa en su sillón de esparto.
Porque el amor no es el deseo de ser dueñoos de todo lo que Dios ha formado bello, sino el anhelo de confun- dir nuestro ser en otro ser que aliente en la misma at- mósfera de misteriosa vaguedad que nosotros. Es una liguera respecto de la cual cada palabra, cada sonri- sa, cada mirada, es como una arista o un esparto lan- zado en ella.