-exclamó este-. Pero... -añadió palpándole la escarcela- ¿tienes dinero? ¡Oh! ¡he ahí el mágico metal, que se encarga de responder con su armonioso ruido!
Y añadió: -Mirad, niñas, si tenéis acaso algún cuarto para comprar las candelicas de mi devoción, porque, con la priesa y gana que tenía de venir a traer las nuevas de la canasta, se me olvidó en casa la escarcela.
Miguel de Cervantes Saavedra
un hombre sin blanca! -No hablara yo así, en lugar tuyo, llevando oro en la escarcela. Rogerio se estremeció, y en sus ojos relampaguearon los ardientes estímulos del vicio que absorbía su vida.
Para darle algún socorro en la escarcela registra, y mientras le da un cornado, dice la bruja ladina: «¡Qué lindo y gallardo joven!
Todo el contenido de este sitio web, incluyendo diccionarios, tesauros, textos, geografía y otros datos de referencia tiene únicamente fines informativos. Esta información no debe considerarse completa ni actualizada, y no está destinada a ser utilizada en lugar de una visita, consulta, asesoramiento de una persona jurídica, médica, o de cualquier otro profesional.