Nuestro hacendado, que disfrutaba de gran predicamento en el ánimo del virrey y que aindamáis era pariente por afinidad del secretario Bravo, se encontró amparado por éstos, que recurrieron a cuantos medios hallaron a sus alcances para que menguase en algo el rigor de la excomunión. El virrey fue varias veces a visitar al arzobispo con tal objeto; pero éste se mantuvo
erre que
erre.
Ricardo Palma
La virtud de doña Marcela es más firme que una roca, aunque para mi amor más que roca es lata. Erre que erre está ella siempre, volviendo por su honor, también como las damas calderonianas, por donde me temo que voy a sufrir constantemente el suplicio de Tántalo, o voy a tener que hacer la barbaridad o digamos la plancha de acudir al cura.
Notaréis que a veces, cuando voy a pronunciar tal o cual palabra, el ojo izquierdo se me mete por equivocación debajo de la nariz. Es una curiosa discordancia. El sonido de la
erre me hace vibrar las uñas. ¿Sabéis por qué chillan tanto mis zapatos?
Leopoldo Lugones
¿Qué es pe á pa, licenciado? Y para enmendarlo, dice que que se está erre que erre todo el día. ¿qué será no dar a uno una sed de agua?
Los amigos del difunto Mancio Sierra se interesaron por el hijo, y llegó la hora fatal y nada alcanzaban los empeños, porque don Cosme seguía
erre que
erre en llevar adelante el feroz y cobarde castigo.
Ricardo Palma
Aquella mañana el señor obispo Pamplona se quedó sin celebrar. Y pasaron dos semanas, y el lego
erre que
erre y la misa sin decirse.
Ricardo Palma
¡Y vestir unas ropas hechas a estilo del siglo pasado, cuando hasta el tabernero (o el que despacha vinos) viste a la moderna, y después de todo esto erre y más erre con tenerse en las suyas, y andar por la calle como cualquiera.
Precisamente no había entonces limeña que no usara faldellín con aro, lo que era una especie de guarda infante más exagerado que el de las españolas; y en materia de escotes, por mucho que los frailes sermonearan contra ellos, mis paisanitas
erre que
erre.
Ricardo Palma
Ha corrido justamente la voz que en remate público, venderá el gobierno, al mejor postor, y pagaderos con facilidades, esos mismos campos; y en los ranchos, en los toldos, en las carretas, en las cuevas, se han reunido hombres de cara afeitada, con el pito de barro en la boca, de alpargatas y de boina, como vascos que son, y también de chiripá, como buenos gauchos que podrían ser; y se han oído conversaciones animadas, en las cuales han resonado las A, como clarín, roncado las Un, como tambor, en medio del gargareo de los erri, erre, erren, erra, arruá, y la palabra pesos mil veces repetida.
No iban a bailes, ni a visitas, ni a procesiones, ni al teatro, porque no podían presentarse con medias zurcidas o con las de acuchillados de pajarito. Empeños van y empeños vienen, y su excelencia cada día más
erre que
erre.
Ricardo Palma
Escribió, y le devolvieron la carta sin abrirla; mandó parlamentarios, y se rechazaron las embajadas. Siempre la niña
erre que
erre en no corresponder ni al saludo del excomulgado.
Ricardo Palma
Lo menos que contra él dijeron fue que se había dejado untar la mano por Carbajal, y presentaron al marqués de Salinas un recurso manufacturado por un jurisperito de nota, con profusión de latinajos y pobreza de razones. Pero el Cabildo
erre que
erre, inflexible, y la barraca se estableció en la plaza.
Ricardo Palma