Vivía este señor en la calle que el pueblo conoce por la de Núñez y que ¡injusticia populachera! debía llamarse calle de Olavide, pues casa tuvo en ella el
egregio limeño de este apellido.
Ricardo Palma
Irrumpe en lid entonces Salinterno, gran mariscal y condestable regio, que detenta de aquel reino el gobierno, y es caballero en armas harto egregio.
Más favores le dio el señor egregio que el premio que ganó en su no victoria, y era el mayor un amplio privilegio con relación de aquel favor y gloria.
Pero, el padre de él, que de su nacido violó el lecho se dice y esta pobre casa ultrajó, sea porque su impía mente de ciego flagraba amor, 25 o sea porque inerte, de estéril simiente, su nacido lo fuera, de modo que buscar se hubiera de dónde † † un más nervoso algo que pudiera un ceñidor soltar virgíneo.” “Egregio narras, y de admirable piedad, un padre, que él mismo, de su hijo, se meare en el regazo.” 30 “Mas con todo, no solo esto dice que ella conocido tiene Brixia, la que al cigeno mirador está sometida, ante la que el flavo Mela corre, de muelle corriente, Brixia, de la Verona mía madre amada, sino que sobre el postumio amor, y el de Cornelio, narra, 35 con los que ella mal adulterio hizo.
Sobre los mismo, siendo consultado Julio Greci (padre de Agrícola) bar´n egregio, que pensaba, respondió:, como si le hubieran preguntado sobre un gladiador de los que luchan en carro.
Hipólito Unanue que con el seudónimo de Aristeo escribió eruditos artículos en el famoso Mercurio peruano; el elocuente mercedario fray Cipriano Jerónimo Calatayud, que firmaba sus escritos en el mismo periódico con el nombre de Sofronio; el egregio médico Dávalos...
Hay no lejos de aquí un archiduque austríaco que las pomas de Ceres y las uvas de Baco cultiva, en un retiro archiducal y
egregio.
Rubén Darío
Friolenta, cubrió con un oscuro chal su seno, egregio exilio de muchos agasajos; y admiré a la mujer de los párpados bajos, esfinge cruel y aciaga, pesadilla fatal.
Su misión no era entender de política, sino lo que, en definitiva, es la misión suprema de la mujer: crear un tipo nuevo y egregio de feminidad, elevarse sobre el horizonte sentimental del hombre como una nueva constelación sugestiva.
s el signo fatal del que algo vale; quien de las medianías sobresale, el genio egregio, mientras vive, lidia con los ruines mosquitos de la envidia, con todo el que de vulgo nunca sale: no hay quien no le rebaje o se le iguale, y aun todo el que no es algo, por desidia, en vez de trabajar, crecer, seguirle y alcanzarle, se goza en zaherirle, del mundo por la tumba hasta que sale.
A Juan Montalvo, egregio prosador, gran artista de la pa- labra, diestro en utilizar los primores de la lengua, cervan- tesco hasta cuando abusa del arcaísmo, lo calificaba yo, há quince años, de ser el más correcto y castizo de los escritores de nuestro siglo.
El tomo contiene, con el carácter de preliminar, la exposición que el general don Jerónimo Valdés dirigió desde Vitoria, en Julio de 1827, el rey don Fernando Vil, documento que, hasta ahora, permanecía inédito, pero del cual tuve, hace años, opor- tunidad de leer una copia entre los manuscritos que poseía mi egregio amigo el general Mendiburu, autor del Dicciona- rio histórico biográfico del Perú.