-Vengo de casa de la marquesita del Peñol: hasta ahora ha durado el baile. Francisco se ha ido a casa con los seis
dominós que he llevado esta noche para mudarme.
Mariano José de Larra
Al entrar, el dueño del establecimiento se levantaba, y, pesadamente, arrastrando los pies, venía hacia nosotros, como para impedirnos el paso; sin una palabra, De Jacquels levantaba el bajo de nuestros dominós y le mostraba nuestros pies calzados con finos escarpines: era sin duda el ¡Sésamo, ábrete!
Volvía yo de alquilar unos
dominós para el baile del Real por encargo de Enrique; eran las cinco de la tarde, y le encontré cerca de la ventana, aplicándose un parche de tafetán inglés sobre la mano derecha.
Emilia Pardo Bazán
Permanecían allí, mudos, sin un gesto, como alejados en el misterio bajo largas cogullas de paño plateado, de una plata mate, de reflejo muerto; pues ya no había ni dominós, ni blusas de seda azul, ni Colombinas, ni Pierrots, ni disfraces grotescos; pero todas aquellas máscaras eran semejantes, enfundadas en el mismo traje verde, de un verde descolorido, como sulfatado de oro, con grandes mangas negras, y todas encapuchadas de verde oscuro con los dos agujeros para los ojos de su cogulla de plata en el vacío de la capucha.
Perdóname por no darte mi tiempo en tus horas de barajas,
dominós, ajedrez y cubiletes; ni acompañarte en el café donde me arreglas o desbaratas según los comentarios vampirables de hipócritas conocidos y me vuelves tu pérdida o tu ganancia.
Antonio Domínguez Hidalgo
– Bien, nos vamos –ordenaba su voz, y, en un susurro de seda y satén que se roza, nos hundimos en la puerta cochera, semejantes, me parece, a dos enormes murciélagos, con el vuelo de nuestras esclavinas, repentinamente levantadas por encima de los dominós.
Las damas lucían
dominós de gro y moaré, con encajes, y la capucha que cubría su cabeza era de anticuada forma; los caballeros también vestían capuchones negros, de rico raso, con lazos de colores en los hombros.
Emilia Pardo Bazán
Ella, Ketty, alquilaría los disfraces. Nada de anticuados
dominós: unas pelucas de color, unos antifaces que tapasen bien, y lo demás, a capricho.
Emilia Pardo Bazán
Salvo un enorme coracero de uniforme, una especie de truco de mandíbula pesada y bigote rojizo, sentado junto a dos elegantes dominós de seda malva y que bebía con la cara descubierta, los ojos azules ya vagos, ninguno de los seres que allí se encontraban tenía rostro humano.
La mención escrita más antigua sobre el dominó está documentada en China, en el escrito "Antiguos hechos de Wulin" (sobre la capital Hangzhou) escritos por Zhou Mi (1232–1298) durante la dinastía Yuan, donde se referían a los "pupai" (juegos de placas o dominós) y a los dados como objetos vendidos por los mercaderes durante el reinado del emperador Xiaozong de los Song (1162–1189).
Si un integrante se equivoca de ficha, deberá dejarla en el suelo y el próximo compañero tendrá la tarea de corregir la o las fichas colocadas erróneamente. El primer equipo que logre completar la cadena de dominós y tome el testimonio será el ganador.
Los principales temas de la primera planta son el ADN y las reacciones en cadena. Contiene una habitación con grandes dominós y artilugios como una gran campana y un coche volador.