-La mesa más cerca del vidrio... Y, desdeñoso del bol humeante, ensopando
distraídamente la tostada embebida de rancia manteca, el viajero esperaba...
Emilia Pardo Bazán
La he sorprendido en medio de una conversación, como si
distraídamente, al apoyar la mano en una mesa, la hubiera puesto encima de un “Tangle-foot” –papel para cazar moscas.
Felisberto Hernández
Cuando volvió al lado de su niño, le empujó
distraídamente; el chico rompió en congoja, uno de esos lloriqueos de criatura que parecen no tener causa conocida.
Emilia Pardo Bazán
Míster Dick la sostenía. Ella puso una mano encima del brazo del doctor, que levantó la cabeza distraídamente. Entonces Annie cayó de rodillas a sus pies, con las manos juntas, suplicante, fijando en él una mirada que no olvidaré nunca.
El joven francés contemplaba distraídamente cómo los actores, con sus máscaras de bocas de bronce, se desenvolvían en escena; los esclavos corrían aquí y allá para simular apresuramiento; el anciano movía la cabeza y extendía sus manos temblorosas; la matrona, arrogante, en tono huraño y desdeñoso, se daba mucha importancia y regañaba a su marido, con gran regocijo de la sala.
Pos na, si jiciera eso, aluego dirían tos que si patatín..., que si patatán. -Tienes muchísima razón - le dijo don José, tornando a redoblar distraídamente con los dedos sobre el mostrador.
¿Qué particularidad tendrá esa mujer que tan esencialmente la diferencia de las otras mujeres? Y embebido en estas ideas, me puse a hojear
distraídamente el álbum de Elena que encontré sobre un velador.
Gustavo Adolfo Bécquer
A veces, en la ansiedad de despachar asuntos urgentes, distraídamente pedía a Bartleby, en breve y rápido tono, poner el dedo, digamos, en el nudo incipiente de un cordón colorado con el que estaba atando unos papeles.
Nos sentamos: Luisa, junto al balcón del gabinete que se abría sobre el jardín de la casa; Elena, próxima al piano, por encima de cuyas teclas comenzó a pasear
distraídamente sus dedos, y Julia, casi en el fondo de la habitación.
Gustavo Adolfo Bécquer
Un silencio de muerte siguió a esta respuesta. Peechy Prauw se apartó silenciosamente, como un hombre que distraídamente ha pisado la cola de un león dormido.
Como resultado de aquellas bacanales nocturnas se hicieron muy pocas cosas aquel día, se olvidó la mitad de las ceremonias, se comió distraídamente y no fue sino casi hasta el café cuando empezaron a reconocerse.
Por eso, cuando el señor Preston me alcanzó la que acababa de levantar del piso, cerca de las puertas plegadizas de la habitación vi, con un asombro que se acercaba al terror, que yo tenía mi propia capa colgando del brazo (donde distraídamente la había colocado) y que la que él me entregaba era absolutamente idéntica en todos y cada uno de sus detalles.