Entonces se vio cómo el puente se iba llenando de un desfile de músicos encantados que llegaban hasta la playa de nuestras tierras.
Relatos y maravillas: Ahí se miran Quijotes; También buenos Periquillos; Un desfile de escritores Rodeados de grandes libros A los que venera el orbe.
¿Qué palabra de gracia en tal lugar podría ayudar el alma de un hermano? Cabizbajos por el ruedo hicimos el Desfile de los Locos.
San Martín, tiene el gesto del Cid Campeador, Luzuriaga estupendo, de Pelayo el valor. Es desfile de dioses... La epopeya grandiosa que escribieran con sangre a titanes de ayer, nos parece leyenda...
Sólo quiero ensanchar los ojos hacia el desfile futuro que por tus aguas navega y hacia el desfile del pasado, hacia la realidad y la promesa, hacia la barca de Antonio Díaz y hacia el hondo sueño en que sueñas con la proa del acorazado, como los niños campesinos con su vapor de cuerdas, con el barco de acero que avance hacia tus fuentes aureolado de velas y parada en el tope la paloma del Iris, abierto el pecho por tus Siete Estrellas...
Puede ser una pintura, un poema, una acción, un filme, una manifestación, una canción, la sociedad, un mito, un monumento arqueológico, un ritual, una fiesta, un programa de televisión, un desfile de modas, etcétera.
Con la terminación de los trabajos por parte de la Compañía extranjera, se inició, también, el desfile y el éxodo de nuestros compatriotas, mostrando por todas partes sus pulmones raídos por la tuberculosis y toda la tara de una raza de mineros.
Y tuvo mil ocasiones, mientras duró esa temporada de aburrido veraneo, en medio de zumbantes torbellinos de mosquitos hambrientos, sin más distracción que el desfile por la polvorienta calle Santa Fe, de las carretas de bueyes que llevaban con recelo a la ciudad moribunda verduras para el puchero, o la rápida disparada lejana, asustada y asustadora, de los carros llenos de difuntos, hacia el cementerio nuevo, recién habilitado y repleto ya, de la Chacarita, de maldecir a Musterini, el especulador loco, el «amigo» a quien debiera tantos males.
Mi antiguo amigo, el capitán Hopkins, que se había lavado la cara en honor del acto, se había instalado solemnemente al lado del documento para leérselo a los que no conocían su contenido. La puerta se abrió por fin y comenzó el desfile.
d) Para formaciones en maniobras o ejercicios de campaña (enfundada); si a la revista o desfile final asiste el Señor Presidente de la República, la Bandera presentará desplegada.
¡Trágicas cadenas se aproximan! Hoy sufro. Mañana sufriré. Siempre he de sufrir. 
Desfile interminable de torturas. ¡Ay de mí! ¡Aaay de mííí!
Antonio Domínguez Hidalgo
El anciano carretillero, sentado en su vagoneta, contemplaba desde la cancha el 
desfile de los obreros cuyos torsos encorvados parecían sentir aún el roce aplastador de la roca en las bajísimas galerías.
Baldomero Lillo