El fraile, convertido en rabioso sá- tiro, la amenazó con im puñal; y por fin, desesperado con el obstinado desdén de la joven, terminó fK)r asesinarla.
Y sus labios mojados por las lágrimas, que no cesaban de beber, se posaban con maternal, desesperado, ahínco en la frente de la enferma, empapada en el sudor de la agonía.
Y como Rosa orgulloso yo, cuya alma ardiente y viva es como una sensitiva plantada en mi corazón, reventando de celoso, en mi aposento apartado me encerré desesperado a morir con mi pasión.
Esta persecución ha tenido incidentes que revelan el interés particular que el capitalismo yanqui pone en que la paz actual no se quebrante, interés que está muy lejos de ser el simple deseo de apurar el resorte de los tratados internacionales para salvar el poder de un déspota amigo, sino que es el esfuerzo
desesperado del que combate a un enemigo propio, del que siente que le arrebatan un tesoro del que se creía indiscutible dueño.
Práxedis G. Guerrero
Pálida y temblorosa, acercóse al lecho, y tras contemplar el semblante del hombre amado durante algunos instantes, -¡Pobretico, pobretico mío!-exclamó, no pudiendo aguantar los impulsos de su pena y su cariño, y aprisionando a Curro entre sus brazos, besóle con desesperado ahínco en la sudorosa y calenturienta frente.
Hubiera hecho mejor una larga caminata rodeándolas y nada de esto me hubiera acontecido. Pensaba desesperado en mi prisión capullar.
- Los dinosaurios nos quieren esclavizar. - Gritó desesperado el cabo Rocha, mientras los monstruos antediluvianos arrasaban el campamento.
, Enviado de Buenos Aires a quien su gobierno lo ha mandado volver. No habrá la menor falta en mi ida, porque estoy desesperado aquí.
Más son los que han muerto en las batallas a miedo que a hierro, y no son pocas vitorias las que ha alcanzado el temor por desesperado, no por valiente.
¡Yo no he nacido para esas cosas! ¡Viviría tan
desesperado, que, por no verme y oírme, pediría a usted a voces el divorcio o quedarse viuda!...
Pedro Antonio de Alarcón
Nuevos disparos retumbaron sonoros y como rodando de cañada en cañada, y encabritándose de pronto Careto rebrincó alocadamente haciendo a su jinete aferrarse para no caer con desesperado ahínco a la montura, y después, libre de rienda, y espoleado, sin duda, por el dolor, salió disparado como una flecha, atravesó raudo como una visión, por entre los carabineros, que le saludaron con una nueva descarga, y se perdió de vista, siempre galopando vertiginosamente, tras la loma situada frente al lugar donde tenía lugar el encuentro.
Claro, el imperialismo fracasó todos estos años en su intento desesperado por aislarnos, porque precisamente es aislarnos, aislarnos, aislar, aislar, y golpear.