¿No es vergüenza, ¡voto a tal! que ande roto el pobrecillo, y que usted, chica formal, sepa la historia al dedillo y no conozca el
dedal?
Vital Aza
Como la sota moza, Patria mía, en piso de metal, vives al día, de miagros, como la lotería. Tu imagen, el Palacio Nacional, con tu misma grandeza y con tu igual estatura de niño y de
dedal.
Ramón López Velarde
El costurero está en otra silla, y muy abierto, como de quien ha trabajado de verdad; el
dedal está machucado ¡de tanto coser!: cortó la modista mucho, porque del calicó que le dio la madre no queda más que un redondel con el borde de picos, y el suelo está por allí lleno de recortes, que le salieron mal a la modista, y allí está 1a chambra empezada a coser, con la aguja clavada, junto a una gota de sangre.
José Martí
Una doncella de las presentes, viendo la esterilidad de la casa, dijo a Preciosa: -Niña, ¿hará algo al caso que se haga la cruz con un
dedal de plata?
Miguel de Cervantes Saavedra
-Uno tengo yo -replicó la doncella-; si éste basta, hele aquí, con condición que también se me ha de decir a mí la buenaventura. -¿Por un
dedal tantas buenasventuras?
Miguel de Cervantes Saavedra
Alicia pensó que todo esto era muy absurdo, pero los demás parecían tomarlo tan en serio que no se atrevió a reír, y, como tampoco se le ocurría nada que decir, se limitó a hacer una reverencia, y a coger el dedal, con el aire más solemne que pudo.
Tomó Preciosa el
dedal y la mano de la señora tenienta, y dijo: -Hermosita, hermosita, la de las manos de plata, más te quiere tu marido que el Rey de las Alpujarras.
Miguel de Cervantes Saavedra
-Señora doncella -respondió Preciosa-, haga cuenta que se la he dicho y provéase de otro
dedal, o no haga vainillas hasta el viernes, que yo volveré y le diré más venturas y aventuras que las que tiene un libro de caballerías.
Miguel de Cervantes Saavedra
Casada, había olvidado la aguja, y ahora, ante la necesidad, volvía a pensar en su
dedal de acero gastado por el uso y sus tijeras sutiles pendientes de la cintura.
Emilia Pardo Bazán
El sastre guardó cuidadosamente sus agujas, su
dedal, su vara y sus hilos, y vivió contento y alegre el resto de sus días en compañía de sus tres hijos.
los Hermanos Grimm
Rey-papa" "¿Qué tendría usted realmente, saltamontes?" dijo la camarera furiosa y tomó un paño de cocina y fue tras Pulgarcito para golpearlo, pero éste fue más hábil y se escondió bajo un
dedal, asomado bajo éste le sacó la lengua a la camarera.
Hermanos Grimm
Ella levantó el
dedal para agarrarlo pero Pulgarcito saltó al paño y mientras la camarera lo buscaba éste saltó a una grieta en la mesa, asomó su cabeza y gritó "Jo, Jo señorita camarera" y cuando ella se abalanzó para golpearlo, él se deslizó hasta un cajón.
Hermanos Grimm