DOÑA ANA Según eso, ¿no seguiste aquesta dama en las selvas? DON JUAN Esa fue cortesanía. DOÑA ANA Y el venir anoche a verla, ¿qué fue?
Tampoco debí suponer que un caballero de tan exquisita
cortesanía como el ilustre diputado, hubiera querido decir que su señoría en hombre torpe, machaca o fastidioso, lo que habría sido antiparlamentario y grosero, y dado motivo justo para que el agraviado le rompiese por lo menos la trompetilla.
Ricardo Palma
Sosegado el extranjero, con tal dignidad y tanta
cortesanía, le rinde por aquel servicio gracias, que el parabién la señora de ocurrencia tan extraña se da a sí misma, y se esmera en obsequios y en palabras.
Ángel de Saavedra
Si conviniese examinarlo, se nombrarán dos comisionados de la clase a que pertenezca, para que lo revean, y expongan su dictamen con brevedad, guardando toda modestia, y cortesanía con el autor.
Nosotros respondimos en romance: -¡A Dios sean dadas! La Madre Abadesa tenía hermoso aspecto de infanzona: Era blanca y rubia, de buen donaire y de gran cortesanía.
Entré, y cuando mis ojos buscaban un sitial vacío en torno de la mesa, alzóse el capellán del convento, y vino a decirme con gran cortesanía que mi puesto estaba a la cabecera.
Montábalo un joven bello y apuesto, que al darme el sombrero me saludó con amable cortesanía, y se informó del motivo de mi soledad en aquellos desiertos parajes.
Pero Pantaleón, no sólo gozaba del prestigio que da la ciencia, sino que su
cortesanía, su juventud y su vigorosa belleza física formaban contraste con la vulgaridad y aspecto del mercedario y los gallegos.
Ricardo Palma
Por esta clase de cortesanía, tanto más amable cuanto menos se exhibe, se distinguieron en otro tiempo Atenas y Roma en los días tan ensalzados de su magnificencia y de su esplendor; por ella sin duda, nuestro siglo y nuestra nación, sobrepujarán a todos los tiempos y a todos los pueblos.
Señor: si en ese sagrado solar de español sentir han ante vos ocultado con luz de vivir dorado sombras de negro vivir, mintió la vieja embustera que llaman
cortesanía...
José María Gabriel y Galán
Añadiré sólo antes de concluir esta carta que mucho tiempo pensé en no darle contestación, pero cuando supe que desempeñaba usted, señor don Pascual, un cargo público, uno de los primeros destinos del orden civil, pareciome ya que la categoría de usted merecía siquiera por
cortesanía una respuesta, no se dijera que yo había podido despreciar a una persona tan condecorada.
Mariano José de Larra
Yo no comprendía que un señor tan excelente, que agasajaba y regalaba a los huéspedes con aquella elegancia y cortesanía, hubiese dado muerte o tuviese en duro cautiverio a mi querido maestro.