Estéban, Cabo Segundo Anacleto Alarcón, Cabo Segundo Fidel Calvo, Corneta José Vargas, Tambor Agustín Salas, Soldados: Mariano Unga, Fidel Talavera, Pedro Zevallos, Benito Fernández, Hipólito Beltrán, Guillermo Barrios, José Calderón, Celestino Valdivia, Tomás Flores, Mariano Zegarra, Pablo Soto, Mariano Vilcahuamán, Manuel Borja, Víctor Vargas, Ambrosio Fernández, Narciso Castillo, Francisco Gutiérrez y Faustino Falconí.
-Me moriré aquí de disgusto, si no me dejas salir, la contestó; cuando oigo la
corneta de la caza, me parece que se me van los pies.
los Hermanos Grimm
He de tomar aliento -. Y se puso a cantar de tal forma, que no parecía sino una
corneta de latón. Daba gusto oírlo - al gallo, entendámonos -.
Hans Christian Andersen
Escuchadlo cuando canta, ¡deliciosa música! Dondequiera que esté se oye, ¡vaya
corneta! ¡Si saltase aquí y se me comiese troncho y todo, qué muerte tan gloriosa!», suspiró el pepino.
Hans Christian Andersen
Al día siguiente ya cruzamos un bosque de ébano; luego descendimos a un valle, y al cruzar un río cenagoso un cocodrilo, que tenía la misma cabeza conformada que una
corneta, atrapó por una pantorilla a un carguero y se lo llevó aguas adentro, y pudimos ver cuando otro cocodrilo, precipitándose sobre él, le llevó un brazo.
Roberto Arlt
Anochecía y los vidrios llorosos de la ventana dejaban ver sobre el perfil incierto de los montes, la mancha de la nieve argentada por la luna. Se oía lejano el toque de una corneta, Sor Simona me dijo: —Los soldados que vinieron con usted han hecho verdaderos horrores.
--¡Recuerde V. que es mi día, papá abuelo!... --¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la
corneta! --Sí, ¡que toque! --Un vals.... --No..., ¡una polca!...
Pedro Antonio de Alarcón
Y en el teatro de los anamitas, los cómicos vestidos de panteras y de generales, cuentan, saltando y aullando, tirándose las plumas de la cabeza y dando vueltas, la historia del príncipe que fue de visita al palacio de un ambicioso, y bebió una taza de té envenenado. Pero ya es de noche, y hora de irse a pensar, y los clarines, con su
corneta de bronce, tocan a retirada.
José Martí
--Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional! --Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar la
corneta. --¡Usted, tan amable!...
Pedro Antonio de Alarcón
La mañana luctuosa en que fue preciso entregar las armas, como acertase a pasar don Juan Boina, que volvía de misa, y fuese visto por un grupo de milicianos, hubo dos o tres silbidos, se cantó el trágala, y el
corneta de la compañía se destacó a pintarle con tiza un borrico en la espalda del raglán que ya gastaba entonces.
Emilia Pardo Bazán
Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar estas palabras. --¡Oh!... ¡Si supierais a qué costa aprendí a tocar la
corneta!...--añadió el viejo. --¡La historia!
Pedro Antonio de Alarcón
En cuanto al obispo, con las nalgas de Adelaida sobre su nariz y la verga del hombre en su boca, se divertía haciendo lanzar pedos a la joven, mientras Curval, de pie, haciendo soplar su enorme corneta a Hébé eyaculaba locamente.