El más caracterizado e importante de todos era el señor Vildeter, alemán de origen, pero un incansable aventurero que había estado en la Finlandia de esquimal, en el sur del África de Boer y en el Ecuador de revolucionario y de marido, porque allí contrajo matrimonio. Era gordo como una tinaja de greda, chato, coloradote y corto de vista.
Era un cincuentón obeso,
coloradote; la capa parecia caerse de sus hombros, y un mazo de dijes, colgando de una gruesa cadena de oro, repiqueteaba sobre su vientre al menor movimiento.
Vicente Blasco Ibáñez