¿De quién es ese cántaro? -exclamó con acento colérico. -De quién ha de ser sino de usté y mío -repúsole la señora Rosario, deteniéndose junto a él y mirándole con implacable ironía.
Éste podía percibir a través de la hoja el ardor de los labios del joven; y la rosa, por su parte, se había abierto como al calor del sol más cálido de mediodía. Se acercó entonces otro hombre, sombrío y
colérico; era el perverso hermano de la doncella.
Hans Christian Andersen
-Pos que lo manden ar museo -exclamó Lola interrumpiendo a la amiga con acento colérico-, que yo pa naíta lo necesito, y hazme el favor de dejarme tranquila y vete tú con él a los toros, que yo no quiero ver más corría que la que yo querría ver hoy desde este pícaro tendío.
Poco a poco, en vez de pavo de carne, se convertía en pavo de cartón iluminado, muy bien modelado, sostenido en dos patitas de alambre. Y oía exclamaciones de furor en la cocina. El jefe reñía
colérico al pinche. -A ver qué has hecho del pavo.
Emilia Pardo Bazán
Este no pudiendo sufrir más, y no menos colérico contra el joven que un poeta contra el actor que desempeña mal su papel, dirigiéndole una mirada, exclamó: —Crees, Carmides, que porque tú no sabes lo que pensaba aquel que ha dicho que la sabiduría consiste en hacer lo que nos es propio, ¿crees, repito, que él no lo supiera?
Tambien acudió á la suya, Mas no tan pronto revuelve Que no le alcance del tajo Mucha parte en el almete. Cargóle el rápido Bristes Colérico por dos veces Y evitóle don Favila Casi milagrosamente.
MARCOS (Con enfado.) ¡Se morirían de hambre solamente los que no quisieran trabajar! DON BENITO (
Colérico.) ¿Qué es lo que dices, insensato?
Ricardo Flores Magón
¡Cómo temblarán los protervos cuando el rayo
colérico de vuestras hermosas pupilas fulgure sobre ellos, anticipándose al golpe del libertario acero!
Práxedis G. Guerrero
O bien entrar in medias res: «“¡Váyase al diablo!”, exclamó colérico con los ojos llenos de furia y de espanto el estudiante Nataniel cuando el vendedor de barómetros Giuseppe Cóppola...».
¡No! -exclamó el joven, incorporándose
colérico en su sitial-. No quiero nada...; es decir, sí quiero: quiero que me dejéis solo...
Gustavo Adolfo Bécquer
El anciano le levantó más asombrado que colérico; pero apenas Eustaquio estuvo de pie le soltó un revés en la otra mejilla para que hiciera pareja con el primero, de forma que los cinco dedos se le quedaron marcados de tal manera que se podría haber hecho un molde.
-¿Que por qué has llorao y por qué lloras? ¡Por vía e la Malena! -exclamó el señor Cristóbal con acento colérico y amenazadora actitud. -¡Por na, por na he llorao, padre!