-La primera costilla -observó- es difícil de tocar. Está detrás de la
clavícula... Esta es la segunda, esta es la tercera, esta es la cuarta...
Antón Chéjov
Y habían muerto con el gesto sencillo y gallardo de aquella gente durante aquella guerra; pero alguno respiraba aún. No hacía el menor movimiento; tenía destrozadas ambas piernas y una bala en la
clavícula.
Emilia Pardo Bazán
Darle las güenas noches con la mar de finura y preguntarle al Tomatero que cuál médico era el que le había recetao el acosón que yo le diba a dar por bajo de la clavícula.
Un grito acompañó a su caída: el de su hembra, que rodaba por la planicie con el estilete de Estrellita del Alba empotrado en el vacío de la clavícula.
Al primero le metió la broncínea lanza en el pecho; contra Hipirón desnudó la espada, y de un tajo en la
clavícula separóle el hombro del cuello y la espalda.
Homero
Aquileo puso mano a la tajante espada e hirió a Licaón en la
clavícula, junto al cuello: metióle dentro toda la hoja de dos filos, el troyano dio de ojos por el suelo y su sangre fluía y mojaba la tierra.
Homero
—Héctor arrojó, a su vez, la reluciente lanza; pero Ayante, al notarlo, hurtó el cuerpo, y la broncínea arma alcanzó a Esquedio, hijo del magnánimo Ifites y el más valiente de los focenses, que tenía su casa en la célebre Pánope y reinaba sobre muchos hombres: clavóse la punta debajo de la
clavícula y, atravesándola, salió por el hombro, El guerrero cayó con estrépito, y sus armas resonaron.
Homero
Entonces mataron a Pilémenes, igual a Ares, caudillo de los ardidos paflagones que de escudos van armados: el Atrida Menelao, famoso por su pica, envasóle la lanza junto a la
clavícula.
Homero
Y arrancando de un tirón la manga de la blusa mostró el brazo izquierdo envuelto en sucios vendajes que apartó con violencia, quedando al descubierto un profundo desgarrón que iba de la
clavícula hasta el antebrazo.
Baldomero Lillo
Fue el tipo que ni bien apareció en la puerta, levantó la mano, con el brazo extendido me apuntó a mí y me tiró. El tiro me lo da aquí, en el pecho, abajo de la clavícula, en la parte izquierda.
Teucro, a su vez, sacó del carcaj una acerba flecha, y ya estiraba la cuerda del arco, cuando Héctor, de tremolante casco, acertó a darle con la áspera piedra cerca del hombro, donde la
clavícula separa el cuello del pecho y las heridas son mortales, y le rompió el nervio: entorpecióse el brazo, Teucro cayó de hinojos y el arco se le fue de las manos.
Homero
De allí que los relojeros actuales sientan en sus almas esa especie de nostalgia del prestigio que les rodeó en tiempos de la
clavícula del Rey Salomón.
Roberto Arlt