Los sindicatos australianos fijaron, hace poco, en siete chelines -1 chelín = 1,25 pts.- y en ocho horas, el salario mínimo y la jornada máxima de trabajo, para todos los obreros del país.
A la primera luna nueva del año siguiente, siguiendo una vieja tradición, salió a la calle con un trozo de pan y un
chelín, y abrió el libro al azar, buscando una canción que le descubriera su porvenir.
Hans Christian Andersen
A la mañana siguiente volvieron a entrar las prendas en la habitación; el dueño se las puso y se marchó, pero el
chelín se quedó atrás.
Hans Christian Andersen
Yo había comprado la víspera un caballo de madera pintado para regalárselo al pequeño Wilkins Micawber y una muñeca para la pequeña Emma; también di un chelín a la huérfana, que perdía su colocación.
En casa, sus padres no tenían ni un mísero
chelín para ahorrar, ni medios para comprar un periódico; y no hablemos ya de escribirlo.
Hans Christian Andersen
Tendremos que arreglarnos para sacárnoslo de encima». Y el
chelín temblaba entre los dedos cada vez que lo colaban disimuladamente, haciéndolo pasar por moneda del país.
Hans Christian Andersen
Si es realmente necesario que los niños de las escuelas conozcan a fondo las guerras de las Rosas, podrían aprender sus lecciones tan perfectamente en Shakespeare como en sus textos escolares de un chelín, y, además, no necesito decirlo, de una manera mucho más agradable.
Alguien lo encontró y lo metió en su bolso, para que tuviera alguna utilidad. «Siempre es interesante ver el mundo -pensó el
chelín-, conocer a otras gentes, otras costumbres».
Hans Christian Andersen
No es del país. Debe ser falsa, no vale. Y aquí empieza la historia del
chelín, tal y como él la contó más tarde. -¡Falso! ¡Que no valgo!
Hans Christian Andersen
Aquello me hirió hasta lo más profundo -dijo el
chelín-. Sabía que era de buena plata, que tenía buen sonido, y el cuño auténtico.
Hans Christian Andersen
Si él me hubiese pedido dinero prestado, o si, después de casarse conmigo, hubiese conseguido poner mi capital a nombre suyo, pudiera haber una razón; pero Hosmer no quería depender de nadie en cuestión de dinero, y nunca quiso aceptar ni un solo
chelín mío.
Arthur Conan Doyle
Una vez fui a parar a manos de una mujer vieja y pobre, en pago de su duro trabajo del día; y ella no encontraba medio de sacudírseme; nadie quería aceptarme, era una verdadera desgracia para la pobre. -No tengo más remedio que colarlo a alguien -decía-; no puedo permitirme el lujo de guardar un
chelín falso.
Hans Christian Andersen